El Genosido Nazi,.
Vamos a leer ahora lo que consitio eto, pues como fue tan horrendo y ya han pasado varia decenas de anos la gente tiende a olvidar un poco, y esto es para que tengan una comparacion con el plan del Anticristo para tratar de acabar con el pueblo elegido de Dios.
Genocidio
Dos elementos distinguen al Holocausto de otros casos de genocidio o asesinatos masivos.[cita requerida]
El primer elemento es la ideología nazi, la cual es fervientemente nacionalista, aunque de corte político centralizado con un componente mítico añadido, que divide al mundo en cuatro categorías:
la raza aria, superior al resto de las razas y destinada a dominar el mundo (y los arios que no estuvieran de acuerdo deberían ser eliminados);
el resto de las razas, consideradas inferiores y destinadas a ser dominadas (y aquellos de esas razas que se resistieran deberían ser eliminados);
los «impuros» (gitanos, homosexuales, enfermos, discapacitados, dementes, etc.), que estaban destinados a ser exterminados;
los judíos, considerados la antítesis de la raza aria y encarnación del mal, destinados a la exterminación masiva y sistemática.
El discurso y la estructura ideológica nazi están cargados de significación religiosa y mitológica.
El segundo elemento es la sistematización de los procesos de asesinatos masivos, los cuales comenzaron con la concentración de la población judía en guetos y posteriormente en campos de concentración y culminó con la implantación de la llamada «solución final al problema judío», que consistió en el asesinato masivo y sistemático de la población judía.
El principal elemento de dicha «solución» fueron los campos de exterminio, los cuales funcionaban como auténticas fábricas de muerte, cuya materia prima era la población a ser exterminada.
Mapa del Holocausto en Europa, 1939-1945. Muestra todos los centros de exterminio, la mayoría de los campos de concentración y las principales rutas de deportación.Durante el Holocausto, unos seis millones de judíos (alrededor de un tercio de la población judía mundial de la época) fueron exterminados. En algunos casos desaparecieron comunidades enteras, entre ellas la floreciente comunidad judía de Polonia (de más de tres millones de miembros) y la comunidad sefardí de Salónica (en Grecia).[cita requerida]
El número exacto de personas asesinadas durante el régimen nazi no se ha podido determinar, aunque se consideran fiables las siguientes cifras:[cita requerida]
5.600.000 a 6.100.000 de judíos, de los que del 49 al 63 % eran polacos,
3.500.000 a 6.000.000 de civiles eslavos,
2.500.000 a 4.000.000 de prisioneros de guerra soviéticos,
2.500.000 a 3.500.000 de polacos no judíos,
1.000.000 a 1.500.000 de disidentes políticos,
200.000 a 800.000 gitanos,
200.000 a 300.000 discapacitados,
10.000 a 250.000 homosexuales,
En total las víctimas suman una cifra de 15.510.000 a 22.450.000 (quince a veinte millones de personas, aproximadamente).
El Holocausto dio el empuje final a la creación del Estado de Israel, ubicado sobre parte del territorio del Mandato Británico de Palestina, que acogió a los judíos supervivientes del exterminio.
[editar] La resistencia ante el genocidio
[editar] La población alemana en general
Por extraño que pueda parecer, la Cuestión Judía no despertó el mínimo interés en la inmensa mayoría de los alemanes durante los años de la guerra en los que los asesinatos en masa de los judíos estaban teniendo lugar en los territorios ocupados. [Por lo demás], los judíos, una minoría en general poco estimada, estaban (...) prácticamente aislados del resto de la sociedad alemana [y su] despersonalización (...) había sido el gran éxito de la política nazi y de la propaganda sobre la Cuestión Judía.[185]
De acuerdo con lo anterior, ni el decreto que impuso a los judíos la estrella amarilla, ni las primeras deportaciones efectuadas en el otoño de 1941 (e invierno de 1941-1942), fueron hechos respondidos por la población alemana de manera significativa. Sin embargo, fue la respuesta popular contraria la que consiguió parar la retirada de crucifijos en Baviera y la gasificación de miles de enfermos mentales.[186]
En cuanto a la reacción ante el genocidio,
existen evidencias incontrovertibles de que el conocimiento de las atrocidades y los fusilamientos en masa de los judíos en el este estaba bastante extendido, mayoritariamente en forma de rumor transmitido a casa por los soldados que regresaban de permiso. Si los rumores, en su mayoría, carecían de concreción, los relatos de testigos presenciales de los fusilamientos, así como las emisiones desde radios extranjeras, proporcionaban material suficiente para que [las autoridades nazis buscasen cómo] contrarrestar los rumores acerca de las «medidas muy duras» que estaban emprendiéndose contra los judíos en el este. (...) Los detalles concretos se desconocían, pero el conocimiento de que con los judíos estaban sucediendo cosas horribles era suficiente...[187]
En cuanto a las gasificaciones, fueron llevadas mucho más en secreto y tuvieron poco eco dentro de Alemania.
Con todo, mucha gente de Alemania consideró en su momento que los bombardeos aliados sobre sus poblaciones eran una venganza y un desquite por el trato dado a los judíos.
La exacta valoración de la actitud de los alemanes ante el destino de los judíos ha provocado divergencias entre algunos historiadores. Ian Kershaw ha insistido en el concepto de «indiferencia moral», que se reflejó en el hecho de que los alemanes apartaron la vista deliberadamente eximiéndose de cualquier responsabilidad personal. La razón principal habría sido que la población aceptó con naturalidad el derecho del Estado a decidir sobre la Cuestión Judía, un asunto que para ellos tendría poca relevancia personal.[188] Por su parte,
Kulka y Rodrigue adoptan la postura de que «la imagen de conjunto que el régimen obtenía a partir de los informes sobre la opinión popular apuntaba hacia una pasividad general de la población frente a la persecución de los judíos», demostrando así la «complicidad objetiva de la población en la Solución Final», aunque rechazan el concepto de «indiferencia» como excesivamente limitado en cuanto a su alcance y por no transmitir «toda la complejidad de la opinión popular».[189]
[editar] Los judíos
Respecto de los propios judíos, fueron varios los impedimentos con los que se encontraron para planificar o idear una resistencia ante las acciones genocidas de los nazis: en primer lugar, que estos se esforzaron constantemente en alentar falsas expectativas, ilusionando muchas veces a sus víctimas con la idea de que la sumisión y el trabajos podía ser causa de su salvación; en segundo lugar, que la idea misma del exterminio total resultaba más bien producto de una imaginación enferma que de un plan con alguna posibilidad de hacerse realidad; en tercer lugar, que la aplicación sistemática de castigos terribles e indiscriminados por parte de los alemanes ante cualquier amago de rebelión ejercía un serio efecto de intimidación; en cuarto lugar, que el ambiente antisemita y colaboracionista de muchos de los países europeos (sobre todo de Europa oriental) durante la guerra, hacían muy dificultosa una escapatoria a través de ellos para cualquier judío; y, en quinto lugar, que el grado de agotamiento físico y psicologíco de los judíos, en guetos, campos, etc., era de tal envergadura, que dificultaba enormemente cualquier expectativa que fuese más allá de garantizar la supervivencia del día a día.
Con todo, y a pesar de esta situación de enorme desventaja en la que se encontraron, hubo diversos casos de resistencia.
Los judíos se sublevaron en unos veinte guetos de Europa oriental, primero el de Vilna en Lituania en enero de 1942, y luego en guetos como los de Varsovia (entre el 19 de abril y el 15 de mayo de 1943) y Bialystok y, más tarde, en diversos campos de exterminio.
Los precursores de la resistencia militante [surgieron] de la comunidad judía lituana, que fue la primera que se vio sometida a matanzas salvajes y masivas perpetradas por los alemanes con la participación entusiasta de la población popular. Fue como si comprendieran que Lituania era una especie de laboratorio experimental de la "solución final".[190]
De Vilma lograron escapar algunos combatientes judíos en el verano de 1943, tras lo cual formaron unidades partisanas para ayudar a la liberación de la ciudad.
La revuelta más conocida fue la sublevación del gueto de Varsovia, que duró casi un mes, entre el 19 de abril y el 15 de mayo de 1943 y que estuvo protagonizada por la Organización Judía Combatiente, compuesta por unos 600 miembros y dirigida por Mordechai Anielewicz, de 24 años de edad, y la Organización Militar Nacional, con 400 miembros. El gueto fue finalmente arrasado por las fuerzas alemanas, muriendo unos 15 000 judíos y siendo enviados posteriormente a campos de exterminio más de 50 000.
Artículo principal: Levantamiento del Gueto de Varsovia
Asimismo, se produjeron diversas revueltas de prisioneros en los campos de exterminio, incluidos los de Auschwitz (donde se voló un horno crematorio) y Treblinka, donde en agosto de 1943 tuvo lugar una importante sublevación. El 14 de octubre se rebelaron los prisioneros de Sobibor, y dos días más tarde hubo de cerrarse el campo, tras conseguir escapar al menos un centenar de ellos.
Más allá de los campos y los guetos, muchos judíos se alistaron en los grupos de partisanos que lucharon contra los nazis en los bosques de Ucrania y Polonia, en los montes Cárpatos, en Bielorrusia y en Lituania. Especialmente conocida fue la Brigada Judía liderada por Abba Kovner y que actuó en los bosques cercanos a Vilna. Hubo también grupos resistentes en Bialystok, Kovno y Minsk.
En Europa occidental y meridional, participaron en grupos de resistencia en casi todos los países, llegando a constituir en algún momento el 15% de los resistentes en Francia.
En Alemania, a pesar de las extraordinarias limitaciones, probablemente unos dos o tres mil judíos se involucraron activamente en el movimiento antinazi clandestino alemán.
En conclusión,
aproximadamente un 10 por ciento de la comunidad judía mundial (1,6 millones sobre una población total de dieciséis millones en 1939) luchó en la guerra, incluidos los treinta y cinco mil voluntarios judíos de Palestina que formaron la Brigada Judía del ejército británico.[191]
[editar] Listado de los campos de concentración nazis
A continuación se muestra una lista de los campos de concentración nazis. Estos campos fueron establecidos dentro de Alemania poco después de la ascensión al poder del partido nazi en 1933. Posteriormente se crearían otros campos en aquellos países anexionados o invadidos por Alemania antes y durante el transcurso de la Segunda Guerra Mundial, como Holanda y Polonia. Mientras que algunos campos tuvieron una existencia más bien efímera, otros permanecieron en activo hasta la definitiva derrota alemana en la guerra.[cita requerida]
Los campos de exterminio se encuentran marcados en color rosa, mientras que los mayores campos de otros tipos están señalados con color azul.
Nombre del campo País (actual) Tipo de campo Tiempo de funcionamiento Número estimado de prisioneros Número estimado de muertos Subcampos Web
Arbeitsdorf Alemania Campo de trabajo 8 de abril de 1942 - 11 de octubre de 1942 min. 600
Auschwitz Polonia Campo de trabajo y exterminio Abril de 1940 - Enero de 1945 400,000 1.100.000 - 1.500.000[192] Auschwitz1940
Birkenau1941
Buna-Monowitz1941 [2]
Bardufoss Noruega Campo de concentración Marzo de 1944 -? 800 250 ?
Belzec Polonia Campo de exterminio Marzo de 1942 - Junio de 1943 600.000 [3]
Bergen-Belsen Alemania Punto de agrupamiento Abril de 1943 - Abril de 1945 70.000 [4]
Bolduque Holanda Campo de tránsito y prisioneros 1943- verano de 1944 listado [5]
Bozen Italia Tránsito Julio de 1944 - Abril de 1945 11.116 listado
Bredtvet Noruega Campo de concentración ? ? ? ?
Breendonk Bélgica Campo de prisioneros y trabajo 20 de septiembre de 1940 - Septiembre de 1944 min. 3532 min. 391 [6]
Breitenau Alemania Uno de los primeros campos, posteriormente campo de trabajo Junio de 1933 - Marzo de 1934, 1940-1945 470; 8500 [7]
Buchenwald Alemania Campo de trabajo Julio de 1937 - Abril de 1945 250.000 56.000 listado [8]
Chełmno Polonia Campo de exterminio Diciembre de 1941 - Abril de 1943;
Abril de 1944 - Enero de 1945
340.000
Dachau Alemania Campo de trabajo Marzo de 1933 - Abril de 1945 200.000 min. 30.000 listado [9]
Falstad Noruega Campo de prisioneros Diciembre de 1941 - Mayo de 1945 min. 200 none [10] [11]
Flossenbürg Alemania Campo de trabajo Mayo de 1938 - Abril de 1945 min. 100.000 30.000 listado [12]
Grini Noruega Campo de prisioneros 14 de junio de 1941 - Mayo de 1945 19.788 8 Fannrem
Bardufoss
Kvænangen
Gross-Rosen Alemania Campo de trabajo Agosto de 1940 - Febrero de 1945 125.000 40.000 listado [13]
Hinzert Alemania Punto de reunión y subcampo Julio de 1940 - Marzo de 1945 14.000 min. 302 [14]
Kaufering/Landsberg Alemania Campo de trabajo Junio de 1943 - Abril de 1945 30.000 min.14.500 [15]
Kauen
(Kaunas) Lituania Gueto y campo de internamiento Prawienischken [16]
Klooga Estonia Campo de trabajo Verano de 1943 - 28 de septiembre de 1944 2.400
Langenstein Zwieberge Alemania Subcampo de Buchenwald Abril de 1944 - Abril de 1945 5,000 2,000
Le Vernet Francia Campo de internamiento 1939 - 1944 13,350
Lwów, Janowska street
(L'viv) Ucrania Campo de exterminio y trabajo Septiembre de 1941 - Noviembre de 1943
Majdanek
(KZ Lublin) Polonia Campo de exterminio Julio de 1941 - Julio de 1944 78.000 [17]
Malchow Alemania Hasta el 8 de mayo de 1945
Maly Trostenets Bielorrusia Campo de exterminio Julio de 1941 - Junio de 1944 200.000-500.000
Mauthausen-Gusen Austria Campo de trabajo Agosto de 1938 - Mayo de 1945 195.000 min. 95.000 list [18]
Mittelbau-Dora Alemania Campo de trabajo Septiembre de 1943 - Abril de 1945 60.000 min. 20.000 listado [19]
Natzweiler-Struthof Francia Campo de trabajo Mayo de 1941 - Septiembre de 1944 40.000 25.000 listado [20]
Neuengamme Alemania Campo de trabajo 13 de diciembre de 1938 - 4 de mayo de 1945 106.000 55.000 listado [21]
Niederhagen Alemania Prisión y campo de trabajo Septiembre de 1941 - Principios de 1943 3.900 1.285 [22]
Oranienburg Alemania Punto de reunión Marzo de 1933 - Julio de 1934 3.000 min. 16 [23]
Osthofen Alemania Punto de reunión Marzo de 1933 - Julio de 1934
Płaszów Polonia Campo de trabajo Diciembre de 1942 - Enero de 1945 min. 150.000 min. 9.000 listado [24]
Ravensbrück Alemania Campo de trabajo Mayo de 1939 - Abril de 1945 150.000 (min. 90.000) listado [25]
Riga-Kaiserwald
(Mežaparks) Letonia Campo de trabajo 1942 - 6 de agosto de 1944 20.000? 16, incl. Eleja-Meitenes [26]
Risiera di San Sabba
(Trieste) Italia Campo de detención policial Septiembre de 1943 - 29 de abril de 1945 5.000 [27]
Sachsenhausen Alemania Campo de trabajo Julio de 1936 - Abril de 1945 min. 200.000 (100.000) listado [28]
Sobibór Polonia Campo de exterminio Mayo de 1942 - Octubre de 1943 250.000
Stutthof Polonia Campo de trabajo Septiembre de 1939 - Mayo de 1945 110.000 65.000 listado [29]
Lager Sylt
(Alderney) Islas del Canal Campo de trabajo Marzo de 1943 - Junio de 1944 1.000? 460 [30]
Theresienstadt (Terezín) República Checa Campo de tránsito y gueto Noviembre de 1941 - Mayo de 1945 140.000 35.000 [31]
Treblinka Polonia Campo de exterminio Julio de 1942 - Noviembre de 1943 min. 800.000
Vaivara Estonia Campo de concentración y tránsito 15 de septiembre de 1943 - 29 de febrero de 1944. 20000 950 22 [32]
Varsovia Polonia Campo de trabajo y exterminio 1942 - 1944 Más de 40.000 Más de 200.000
Westerbork Holanda Punto de reunión Octubre de 1939 - Abril de 1945 102.000 [33]
[editar] Prisioneros famosos
En Buchenwald:
Jean Améry, escritor austríaco judío.
Bruno Apitz, escritor.
Bruno Bettelheim, psicólogo.
Léon Blum, político francés judío.
Dietrich Bonhoeffer, teólogo.
Rudolf Breitscheid, político socialista.
Ernst Heilmann, político socialista, asesinado por Martin Sommer, miembro de las SS, mediante una inyección letal.
Hermann Louis Brill, político socialista.
Emil Carlebach, editor del Frankfurter Rundschau.
Édouard Daladier, primer ministro francés.
Hans Eiden, quien jugó un importante papel en la liberación del campo.
Alexander von Falkenhausen, general alemán y gobernador militar de Bélgica.
Roman Felleis, cofundador del RSJ, Juventudes Socialistas Revolucionarias.
Maurice Halbwachs, sociólogo francés, muerto en 1945 en el campo.
Werner Hilpert, político.
Heinrich Eduard Jacob, escritor alemán judío.
William Katz (Wilhelm Katz), teólogo judío.
Imre Kertész, escritor húngaro judío, premio Nobel de Literatura 2002.
Heinar Kipphardt, dramaturgo.
Walter Krämer, político comunista.
Hermann Leopoldi, compositor austríaco.
Hans Litten, jurista.
Fritz Löhner-Beda, autor austríaco.
Jacques Lusseyran, miembro de la resistencia francesa y escritor.
Paul Morgan, actor austríaco.
Herbert Sandberg, caricaturista alemán.
Mafalda Maria Elisabetta di Savoia, hija del rey italiano Víctor Manuel III, muerta en Buchenwald.
Paul Schneider, el "predicador de Buchenwald".
Jorge Semprún, escritor y político español, Ministro de Cultura de España (1988-1991).
Jura Soyfer, escritor y dramaturgo de origen judío.
Ernst Thälmann, político comunista.
Alexander Ulrych, político polaco.
Ernst Wiechert, escritor.
Walter Wolf (KPD), ministro de cultura en la región de Turingia tras la caída del fascismo.
Herbert Zipper, compositor austríaco.
En Auschwitz:
Józef Cyrankiewicz, presidió el gobierno de la República Popular de Polonia entre 1947 y 1952, y entre 1954 y 1970. Fue también presidente entre 1970 y 1972.
Anne Frank, fue internada en Auschwitz-Birkenau entre septiembre y octubre de 1944; luego fue trasladada a Bergen-Belsen donde murió de fiebre tifoidea.
Maximilian Kolbe, santo polaco, fue prisionero en Auschwitz I. Fue voluntario para morir de hambre en lugar de otro prisionero en 1941.
Witold Pilecki, soldado polaco del Armia Krajowa, voluntario para internarse en Auschwitz, organizó la resistencia en Auschwitz (Związek Organizacji Wojskowych, ZOW) e informó a los aliados sobre las atrocidades que allí ocurrían. Luego formó parte del levantamiento de Varsovia.
Edith Stein, monja católica de origen judío que murió en las cámaras de gas de Auschwitz II.
Elie Wiesel, sobrevivió a su reclusión en Auschwitz III Monowitz y escribió sobre sus experiencias.
Petr Ginz (1928–1944), joven editor de Vedem, conocido por el diario escrito antes de su deportación, descubierto sólo recientemente, y editado por su hermana Chava Pressburger.
Primo Levi escritor italiano de origen judío. Capturado y deportado a Auschwitz en el invierno de 1944, sobrevivió y escribió Si esto es un hombre, estremecedor relato de la vida diaria del campo y de la cruel lucha por la supervivencia.
Władysław Bartoszewski
Olga Lengyel, habitó el campo para mujeres en Auschwitz- Birkenau, colaboró en la resistencia en la cual fue destruido uno de los hornos crematorios de dicho campo y escribió el célebre libro Los hornos de Hitler.
Viktor Frankl, fue psiquiatra antes de su reclusión en el campo de Theresienstadten, en el que ingreso en 1942. En 1944 fue trasladado a Auschwitz, y después fue destinado a dos subcampos de Dachau. En su reclusión planteó una terapia psiquiátrica llamada logoterapia.
Violeta Friedman, a los catorce años de edad ingresó en Auschwitz junto a su hermana. Violeta Friedman sobrevivió a las selecciones alemanas debido a que dentro del campo se sentía segura y decidió no salir de el, escapándose día tras día cuando era elegida para morir debido a su incapacidad de realizar trabajos forzados. Después fue ingresada en el campo de Bergen-Belsen. Destacan sus memorias.
En Mauthausen-Gusen:
Józef Cyrankiewicz, primer ministro polaco (1947-1952 y 1956-1970).
Stanisław Grzesiuk, poeta polaco.
Gilbert Norman, agente de fuerzas especiales.
Antonin Novotny, presidente de Checoslovaquia.
Kazimierz Proszynski, inventor polaco.
Ota Sik, economista y político checo.
Stanisław Staszewski, poeta y escritor polaco.
Simon Wiesenthal, cazador de criminales de guerra nazis y autor. En 1946 publicó el libro "KZ Mauthausen, Bild und Wort" (Campo de concentración de Mauthausen - escenas y palabras).
Joaquim Amat-Piniella, escritor español que escribió en 1946 "K.L. Reich", relato novelado de su experiencia en los campos nazis.
Peter Van Pels (Peter van Daan, en libro de Anne Frank), joven que murió el 5 de mayo de 1945 en Mauthausen, y que convivió junto a Anne Frank en su escondite en Amsterdam (Holanda).
Francisco Boix, fotógrafo; autor de algunas de las más impactantes imágenes sobre el cautiverio y la liberación de este campo. Fue el único testigo español en los juicios de Núremberg.
José Ester, miembro del Grupo Ponzán y secretario general de la Federación Española de Deportados e Internados Políticos en Toulouse.
Momentos antes del fin
BIENVENIDO A MI BLOG ESPERO QUE TE GUSTE.
viernes, 17 de septiembre de 2010
lunes, 13 de septiembre de 2010
La definición de judIO Parael Anticristo.
El Anticriso cuando se presente tendra que definir si quiere acabar con el pueblo elejido por Dios la definicion de que son ellos, se supone que no va a decir que son lo benditos de Dios sino todo lo cntrario,, asi lo comparcon lo que dfinieron los Alemanees.
La definición de judío para el nazismo
Estrella de David con la que se discriminaba a los judíos en la Alemania nazi.El Partido Nazi, que tomó el poder en Alemania en 1933, tenía entre sus bases ideológicas la del antisemitismo, profesado por una parte del movimiento nacionalista alemán desde mediados del siglo XIX. El antisemitismo moderno se diferenciaba del odio clásico hacia los judíos en que no tenía una base religiosa, sino presuntamente racial. Los nacionalistas alemanes, a pesar de que recuperaron bastantes aspectos del discurso judeófobo tradicional, particularmente del de Lutero, consideraban que ser judío era una condición innata, racial, que no desaparecía por mucho que uno intentara asimilarse en la sociedad cristiana. En palabras de Hannah Arendt, se cambió el concepto de judaísmo por el de judeidad. Por otro lado, el nacionalismo suponía el Estado nación, es decir, la homogeneidad cultural y lingüística de su población. Los judíos, considerados como personas pertenecientes a otra raza, inferior por lo demás, y por tanto inasimilables a la cultura nacional, sólo podían ser separados del cuerpo social. Frente a la raza judía, extraña a la nación, colocaban los nazis a la raza aria, que era la que constituía la nación alemana y estaba llamada a dominar Europa.[cita requerida]
La primera cuestión era determinar quién era judío. Los nacionalistas alemanes no habían logrado establecer una línea divisoria clara entre judíos y no judíos; había en Alemania numerosas personas descendientes de judíos conversos que no tenían ya ninguna relación con la cultura judía, así como numerosas familias mixtas y sus descendientes. En este sentido, la primera preocupación de los nazis fue crear un criterio para basar la posterior segregación.
Las primeras leyes dirigidas contra los judíos no incorporaban todavía una definición del ser judío y se hablaba en general de "no arios". La definición finalmente adoptada fue la siguiente: judío era quien tuviera al menos tres abuelos judíos, fuera cual fuera la religión de la persona interesada. Quienes tuvieran dos o un solo abuelo judío, eran Mischlinge, es decir, medio judíos. Los primeros, con dos abuelos judíos, eran "Mischlinge de segundo grado" y podían ser reclasificados como judíos en función de complejas consideraciones (su religión o la de su cónyuge, por ejemplo). Podían también ser "liberados" de su condición y convertirse en arios en pago a los servicios prestados al régimen, o podían seguir siendo Mischlinge, con lo que estaban sometidos a ciertas restricciones en tanto que "no arios", pero no a las persecuciones dirigidas contra los judíos. Los Mischlinge de primer grado eran los que tenían un único abuelo judío y en general eran tratados como arios plenos. Los Michlinge de uno u otro grado abundaban en Alemania y a menudo lograban ocultar su condición. El dirigente de las SS Reinhard Heydrich, El Carnicero de Praga, era Mischling de segundo grado, dato que fue ocultado celosamente por sus superiores nazis.
Toda esta informacion de la Alemania Nazi, la he tomado de Wikipedia
La definición de judío para el nazismo
Estrella de David con la que se discriminaba a los judíos en la Alemania nazi.El Partido Nazi, que tomó el poder en Alemania en 1933, tenía entre sus bases ideológicas la del antisemitismo, profesado por una parte del movimiento nacionalista alemán desde mediados del siglo XIX. El antisemitismo moderno se diferenciaba del odio clásico hacia los judíos en que no tenía una base religiosa, sino presuntamente racial. Los nacionalistas alemanes, a pesar de que recuperaron bastantes aspectos del discurso judeófobo tradicional, particularmente del de Lutero, consideraban que ser judío era una condición innata, racial, que no desaparecía por mucho que uno intentara asimilarse en la sociedad cristiana. En palabras de Hannah Arendt, se cambió el concepto de judaísmo por el de judeidad. Por otro lado, el nacionalismo suponía el Estado nación, es decir, la homogeneidad cultural y lingüística de su población. Los judíos, considerados como personas pertenecientes a otra raza, inferior por lo demás, y por tanto inasimilables a la cultura nacional, sólo podían ser separados del cuerpo social. Frente a la raza judía, extraña a la nación, colocaban los nazis a la raza aria, que era la que constituía la nación alemana y estaba llamada a dominar Europa.[cita requerida]
La primera cuestión era determinar quién era judío. Los nacionalistas alemanes no habían logrado establecer una línea divisoria clara entre judíos y no judíos; había en Alemania numerosas personas descendientes de judíos conversos que no tenían ya ninguna relación con la cultura judía, así como numerosas familias mixtas y sus descendientes. En este sentido, la primera preocupación de los nazis fue crear un criterio para basar la posterior segregación.
Las primeras leyes dirigidas contra los judíos no incorporaban todavía una definición del ser judío y se hablaba en general de "no arios". La definición finalmente adoptada fue la siguiente: judío era quien tuviera al menos tres abuelos judíos, fuera cual fuera la religión de la persona interesada. Quienes tuvieran dos o un solo abuelo judío, eran Mischlinge, es decir, medio judíos. Los primeros, con dos abuelos judíos, eran "Mischlinge de segundo grado" y podían ser reclasificados como judíos en función de complejas consideraciones (su religión o la de su cónyuge, por ejemplo). Podían también ser "liberados" de su condición y convertirse en arios en pago a los servicios prestados al régimen, o podían seguir siendo Mischlinge, con lo que estaban sometidos a ciertas restricciones en tanto que "no arios", pero no a las persecuciones dirigidas contra los judíos. Los Mischlinge de primer grado eran los que tenían un único abuelo judío y en general eran tratados como arios plenos. Los Michlinge de uno u otro grado abundaban en Alemania y a menudo lograban ocultar su condición. El dirigente de las SS Reinhard Heydrich, El Carnicero de Praga, era Mischling de segundo grado, dato que fue ocultado celosamente por sus superiores nazis.
Toda esta informacion de la Alemania Nazi, la he tomado de Wikipedia
sábado, 11 de septiembre de 2010
teologia del exterminio IX
Les invito ahora ver una predica de profecias sobre lo que pretende el islamismo contra el pueblo Judio y los cristianos, es muy interesante, es una serie de vieos, que los coloque en una pagina nueva o un nuevo blog,www.videosantesdelfin.blogspot.com, en la lista de mis blogs a los que visito, esta escrito el enlace, gracias de antemano por visitarlo y dejar su comentario.
jueves, 9 de septiembre de 2010
TEOLOGIA DEL EXTERMINIO.VIII
Segun la historia estas contadas cuantas personas murieron en los campos de concentracion Alemana, como podran ver fueron miles, solo porque pensaban diferente al sistema que Hitler habia creado, ahora bien si un solo hombre con poder limitado mato a tantos, Como sera el Anticxristo que tendra mas poder que Hitler? Iglesia de cristo tienes que estar preparada.
Características del Holocausto
Cementerio de Buchenwald.Se calcula que murieron víctimas de este exterminio algo más de 6 millones de judíos,[7] [6] aparte de unos 800.000 gitanos, 4 millones de prisioneros de guerra soviéticos o víctimas de la ocupación (fueron también objeto de exterminio sistemático), polacos e individuos calificados de asociales de varias nacionalidades (presos políticos, homosexuales, discapacitados físicos o psíquicos, delincuentes comunes, etc.). Las aproximaciones oficiales son las siguientes:[cita requerida]
polacos judíos (15,56 %) y no judíos (13,78 %)
alemanes judíos (13,33 %)
eslavos ( 26,66 %)
prisioneros de guerra soviéticos (17,78 %)
gitanos ( 3,56 %) y alemanes «arios» opositores políticos (generalmente personas con ideas de izquierda y librepensadores) (6,67 %)
discapacitados (1,34 %)
homosexuales (1,12 %)
La eliminación física de los judíos se realizó de forma sistemática, meticulosa y efectiva conforme a una estrategia bien elaborada que a veces se califica de "industrial". Ello no quiere decir necesariamente que el Holocausto tuviera un plan definido desde el principio: precisamente este es uno de los puntos que divide a los estudiosos, entre intencionalistas y funcionalistas:
Niños supervivientes del campo de concentración de Buchenwald. Están vestidos con uniformes alemanes debido a la escasez de ropa.Los intencionalistas consideran que existió un plan calculado minuciosamente de antemano, destinado desde el principio a dar muerte a todos los judíos que estuviesen en la órbita del Tercer Reich. El plan habría sido esbozado por Hitler desde muchos años antes, y ejecutado en sus diferentes etapas por funcionarios y soldados sumisos al líder una vez obtenido el poder. Algunos historiadores hacen mención a comentarios en privado que hizo Hitler antes incluso de publicar Mein Kampf, que podrían sugerir la matanza masiva de judíos. Públicamente, la única declaración al respecto del partido nazi se encuentra en el programa del partido, adoptado en febrero de 1920: allí se reclamaban leyes antijudías, que les anulara la ciudadanía y les impidiera votar o inmigrar, y expulsara a los judíos llegados con posterioridad a 1914 y se comprometía a castigar con pena de muerte a "usureros y especuladores" y los que cometan "delitos fundamentales contra el Pueblo".
Los funcionalistas sostienen, por el contrario, que cuando el partido nazi llegó al poder ninguno de los dirigentes del Tercer Reich tenían una idea clara de cómo actuar con respecto a los judíos. En su opinión, la idea de la liquidación en masa se fue desarrollando sobre la marcha. Los historiadores que defienden esta postura suelen presentar el asesinato en masa como un proceso de "radicalización acumulativa", a partir de iniciativas individuales de funcionarios del partido, del gobierno y del ejército y en las que Hitler tuvo poca intervención directa, limitándose a trazar las líneas generales sobre el "peligro" que representaban los judíos, pero sin decirles qué hacer para afrontarlo. Eso habría dado lugar a distintas estrategias, a veces incoherentes entre sí, antes de que desembocaran en el exterminio.
En términos generales, la estructura del Holocausto fue la siguiente:
Primero, se creó el concepto de judío de acuerdo a unos criterios muy distintos de los utilizados hasta entonces. Una parte de la población europea quedó así marcada como enemiga según el ideario nazi.
Segundo, se procedió a desposeer a los ciudadanos marcados de sus derechos de ciudadanía y sus bienes, separándolos así virtualmente del resto de la sociedad.
Tercero, se emprendió la separación física de los judíos, con su concentración en guetos o su deportación a otros territorios.
El cuarto paso era solucionar definitivamente el problema judío: se pensó inicialmente en deportarlos fuera de Europa y después se optó por su asesinato masivo, fundamentalmente por dos medios: ejecución por unidades militares creadas a tal efecto (en la Unión Soviética ocupada, sobre todo) o ejecución en campos de exterminio también creados al efecto (en el caso de los restantes judíos europeos).
Características del Holocausto
Cementerio de Buchenwald.Se calcula que murieron víctimas de este exterminio algo más de 6 millones de judíos,[7] [6] aparte de unos 800.000 gitanos, 4 millones de prisioneros de guerra soviéticos o víctimas de la ocupación (fueron también objeto de exterminio sistemático), polacos e individuos calificados de asociales de varias nacionalidades (presos políticos, homosexuales, discapacitados físicos o psíquicos, delincuentes comunes, etc.). Las aproximaciones oficiales son las siguientes:[cita requerida]
polacos judíos (15,56 %) y no judíos (13,78 %)
alemanes judíos (13,33 %)
eslavos ( 26,66 %)
prisioneros de guerra soviéticos (17,78 %)
gitanos ( 3,56 %) y alemanes «arios» opositores políticos (generalmente personas con ideas de izquierda y librepensadores) (6,67 %)
discapacitados (1,34 %)
homosexuales (1,12 %)
La eliminación física de los judíos se realizó de forma sistemática, meticulosa y efectiva conforme a una estrategia bien elaborada que a veces se califica de "industrial". Ello no quiere decir necesariamente que el Holocausto tuviera un plan definido desde el principio: precisamente este es uno de los puntos que divide a los estudiosos, entre intencionalistas y funcionalistas:
Niños supervivientes del campo de concentración de Buchenwald. Están vestidos con uniformes alemanes debido a la escasez de ropa.Los intencionalistas consideran que existió un plan calculado minuciosamente de antemano, destinado desde el principio a dar muerte a todos los judíos que estuviesen en la órbita del Tercer Reich. El plan habría sido esbozado por Hitler desde muchos años antes, y ejecutado en sus diferentes etapas por funcionarios y soldados sumisos al líder una vez obtenido el poder. Algunos historiadores hacen mención a comentarios en privado que hizo Hitler antes incluso de publicar Mein Kampf, que podrían sugerir la matanza masiva de judíos. Públicamente, la única declaración al respecto del partido nazi se encuentra en el programa del partido, adoptado en febrero de 1920: allí se reclamaban leyes antijudías, que les anulara la ciudadanía y les impidiera votar o inmigrar, y expulsara a los judíos llegados con posterioridad a 1914 y se comprometía a castigar con pena de muerte a "usureros y especuladores" y los que cometan "delitos fundamentales contra el Pueblo".
Los funcionalistas sostienen, por el contrario, que cuando el partido nazi llegó al poder ninguno de los dirigentes del Tercer Reich tenían una idea clara de cómo actuar con respecto a los judíos. En su opinión, la idea de la liquidación en masa se fue desarrollando sobre la marcha. Los historiadores que defienden esta postura suelen presentar el asesinato en masa como un proceso de "radicalización acumulativa", a partir de iniciativas individuales de funcionarios del partido, del gobierno y del ejército y en las que Hitler tuvo poca intervención directa, limitándose a trazar las líneas generales sobre el "peligro" que representaban los judíos, pero sin decirles qué hacer para afrontarlo. Eso habría dado lugar a distintas estrategias, a veces incoherentes entre sí, antes de que desembocaran en el exterminio.
En términos generales, la estructura del Holocausto fue la siguiente:
Primero, se creó el concepto de judío de acuerdo a unos criterios muy distintos de los utilizados hasta entonces. Una parte de la población europea quedó así marcada como enemiga según el ideario nazi.
Segundo, se procedió a desposeer a los ciudadanos marcados de sus derechos de ciudadanía y sus bienes, separándolos así virtualmente del resto de la sociedad.
Tercero, se emprendió la separación física de los judíos, con su concentración en guetos o su deportación a otros territorios.
El cuarto paso era solucionar definitivamente el problema judío: se pensó inicialmente en deportarlos fuera de Europa y después se optó por su asesinato masivo, fundamentalmente por dos medios: ejecución por unidades militares creadas a tal efecto (en la Unión Soviética ocupada, sobre todo) o ejecución en campos de exterminio también creados al efecto (en el caso de los restantes judíos europeos).
martes, 7 de septiembre de 2010
TEORIA DEL EXTERMINIO VII
Siempre se ha pensado a travez de la historia como se ha dicho que la solucion al problema Judio, entendiendo que Judio es solo una de las tribus de Israel y se piensa cque todo israelita es Judio lo cual es falso, es solo una tribu, pero la generalizan de esta forma, bueno, el problema, como si fuese en realidad un problema, era la aniquilacion, en la segunda guerra,, no hablo aqui de la aniquilacion por parte de los inquisidores, pues esta lejos en el tiempo, por ahora, estamos viendo lo que ha ocurrido apenas en el siglo pasado, creo que se asemeja mas a lo que va hacer el anticristo.
La «Solución al problema judío»
La primera mención a la «Solución final al problema judío» apareció en una circular de Eichmann de 20 de mayo de 1941 en la que aludía a ella como una futura vía en el tratamiento de los judíos europeos, tras comunicar que Göring prohibía la emigración de judíos de Francia y Bélgica. Dos meses más tarde, el mismo Göring comunicó a Heydrich que se preparara para «una solución total a la Cuestión judía».[112] Con todo, a lo largo de 1941 fue la política genocida efectuada contra los judíos rusos la que, habiéndose iniciado la invasión de la Unión Soviética, monopolizó la atención de los jerarcas nazis, política que se encuentra en el origen mismo del Holocausto.
En una orden del 2 de julio de 1941, Heydrich realizó una serie de indicaciones genéricas a los jefes superiores de las SS y la policía en el este sobre la necesidad de matar judíos, saboteadores, subversivos y funcionarios del Comintern (además de instigar a las poblaciones locales para desencadenar pogromos contra los judíos). La limitación del alcance de la orden parece ser una estratagema con el fin de justificar de alguna manera los fusilamientos en masa que la Wehrmacht y otras autoridades estaban ya practicando.
Ya el 3 de julio, por ejemplo, el jefe del Einsatzgruppen en Luzk había fusilado a 1.160 judíos para, como declaró, dejar su marca distintiva en la ciudad. Los pelotones de la muerte del Einsatzgruppen A en el Báltico llevaron a cabo una interpretación especialmente liberal de la orden. El Einsatzgruppen acabó realizando una gran contribución al asesinato de cerca de un total de dos millones de judíso rusos; sólo el Einsatzgruppen A, a principios de enero de 1942, informó de la «ejecución» de 229.052 judíos.[113]
Es probable, por tanto, que en esa reuniones informativas hubiese habido ya indicaciones indirectas de aniquilar a los judíos, de forma que pudiesen ser comprendidas de distintas maneras.
Un mes después, en una conferencia de planificación, Hitler afirmó que había que aniquilar a cualquiera que se interpusiese en el camino de Alemania.[114]
El 16 de julio de 1941, el jefe del Servicio de Seguridad (SD) en Posen, Rolf-Heinz Höppner envió a Adolf Eichmann, de la Oficina Principal de Seguridad del Reich en Berlín, un informe titulado Solución al problema judío, en el que recogía las conclusiones de diversas discusiones al respecto entre distintos organismos del Reich. La idea principal que se exponía en el informe era la de concentrar a todos los judíos del Warthegau en un campo para 300000 personas situado cerca del centro de la producción de carbón, para que los judíos aptos para el trabajo pudiesen ser explotados. Además, se señalaba, en relación con los judíos que no pudiesen trabajar y con aquellos a los que no fuese posible alimentar, que habría que considerar seriamente si la solución más humana no sería terminar con ellos mediante algún tipo de preparado de efecto rápido. Por lo demás, se sugería la estirilización de todas las judías para solventar el problema judío en esa misma generación. Así, pues, el informe destacaba la idea de genocidio en una fase embrionaria.[115]
El 31 de julio de 1941 Göring (...) encargó a Heyndrich llevar a cabo los preparativos necesarios para "la solución completa de la Cuestión Judía dentro de la esfera de influencia alemana en Europa". Todo lo que Göring hizo, en realidad, fue firmar un documento redactado en el despacho de Heydrich, casi con toda seguridad a partir de un borrador de Eichmann. (...) El mandato (...) se ha interpretado con frecuencia como el reflejo directo de la orden de Hitler de matar a los judíos de Europa. Pero es una interpretación que deja lugar a dudas. Parece más probable que el mando siguiera buscando aún una solución territorial, que se planteara el traslado de los judíos alemanes y de otros lugares de Europa a un reserva masiva situada en el este, más allá de los Urales.[116]
Esa solución territorial dependía, por un lado, de una victoria rápida de Alemania sobre la Unión Soviética y, por otro, de un cambio en los planes de Hitler, que todavía tenía en mente usar a los judíos alemanes como rehenes y que no quería que fuesen deportados al Este. Sin embargo, en septiembre las ideas empezaron a cambiar, cuando, probablemente, Rosemberg convenció a Hitler de utilizar la deportación de judíos como forma de represalia por las deportaciones de alemanes del Volga a Siberia por parte de los soviéticos.[117] Hitler ordenó en septiembre, cuando los Einsatzgruppen habían emprendido el genocidio total en la Unión Soviética, la deportación inmediata de los judíos de Alemania, Austria y Checoslovaquia.
Por lo tanto, en septiembre de 1941 empezaba a haber ya un caso convincente para establecer un vínculo entre el exterminio físico que empezaba a ser generalizado en el este, la imposibilidad de establecer una solución territorial en un futuro próximo, y el mandato que Heydrich había obtenido ya para organizar una solución general al «problema judío» en todas las zonas ocupadas por Alemania. Incluso así, seguía sin emerger aún del todo un programa generalizado de exterminio para toda la población judía europea.[118]
Carta de Hermann Goering a Reinhard Heydrich acerca de la Solución Final.A propósito de esto, un mensaje del 1 de agosto de Heinrich Müller, jefe de la Gestapo, indicaba que había que presentar informes continuos a Hitler acerca de los trabajos de los Einstazgruppen en el Este.[119] También, a mediados del verano determinados elementos radicales del nazismo habían convencido a Goebbels de la necesidad de eliminar a los judíos de la retaguardia, de las ciudades alemanas; el primer paso fue marcarlos con una estrella amarilla, algo que Hitler aceptó a mediados de agosto.[120]
Todo lo anterior, y muy especialmente la actividad desarrollada por los Einsatzgruppen, se corresponde con testimonios y pruebas documentales que apuntan a que el mandato de Hitler acerca de asesinar a determinado tipo de judíos rusos (sobre todo, dependiendo de su edad y sexo) fue transmitido a los Einsatzkommandos en el mes de agosto. El asesinato generalizado, que culminaría con los fusilamientos masivos de finales de septiembre en Babi-Yar (33.771 hombres, mujeres y niños), no habría sido ordenado explícitamente por Hitler, sino que este habría dado su respaldo a una sugerencia de, probablemente, Himmler, a partir de las impresiones transmitidas por los comandantes locales que tenían a su cargo los fusilamientos.[121]
Por lo demás, se ha demostrado que la Wehrmacht colaboró con los Einsatzgruppen implicándose directamente en el asesinato de casi dos tercios de los prisioneros de guerra soviéticos, muchos de los cuales serían los primeros en probar las cámaras de gas de Auschwitz.[122]
Así las cosas, el 18 de septiembre de 1941, Himmler envió a Arthur Greiser (jefe administrativo y gubernativo del Warthegau, el «Gauleiter») una notificación en la que daba cuenta del deseo de Hitler de librar al alto Reich, el territorio histórico de Alemania, y al Protectorado, Bohemia y Moravia, de judíos, enviándolos primero a Polonia y más tarde hacia el este.
Hacia (...) finales de septiembre o primeros de octubre de 1941, la decisión de llevar a cabo el exterminio físico -al menos el de los judíos no aptos para trabajar- estaba ya tomada, aunque era Rusia, y no Polonia, el área de implementación prevista. (...) A lo largo de los meses siguientes se dieron los pasos necesarios que culminaron en la Solución Final. Fue en octubre y noviembre de 1941 cuando se tejieron a toda velocidad los hilos de la red del exterminio.[123]
En este sentido, ya con la invasión de la Unión Soviética, el Einsatzgruppen había comenzado de manera autónoma, y sin que hubiese órdenes explícitas de nadie en particular,[124] a perpetrar diversas matanzas que fueron aumentando de forma gradual. A partir de agosto de 1941, tras unas aclaraciones de Himmler al respecto,
se produjo una drástica extensión de la matanza de todos los judíos, independientemente de su edad o su sexo. También fuera de la Unión Soviética, las obvias situaciones de punto muerto en la política antijudía fueron desarrollando una veloz y acelerada inercia hacia el genocidio más descarado y total.[124]
Los primeros asesinatos con gas realizados en Auschwitz afectaron a prisioneros soviéticos y tuvieron lugar a finales de verano y principios de otoño de 1941 (a finales del año, se inició la construcción de Auschwitz-Birkenau, el campo de exterminio por antonomasia).[125]
Explícitamente, en el contexto del aumento de la matanza de judíos soviéticos que se había producido a lo largo de septiembre, el 2 de octubre Hitler indicó que esas masacres gozaban de su plena aprobación.[126] Estas masacres habían contado con la ayuda de un camión que usaba los gases de escapa para matar y que utilizaba el Einsatzgruppe C. En una reunión de ocubre, Eichmann, Alfred Wetzel y Viktor Brack discutieron planes para la construcción de aparatos de gaseamiento, que estarían dedicados en principio para los judíos que no valiesen para trabajar.[127]
El 23 de octubre, el jefe de la Gestapo, Heinrich Müller, emitió una circular en nombre de Himmler en la que prohibía cualquier nueva deportación de judíos, debido a la saturación de las zonas de Polonia y del Este adonde habían sido enviados hasta el momento.
En octubre, en Polonia, tuvo lugar también la masacre por la cual perdió la vida la totalidad de los judíos de Konin (unas tres mil personas), que habían sido primero concentrados en Zagarow y luego transportados hacia los bosques de Kazimir; este tipo de asesinatos se habrían ido produciendo desde casi un año antes.[128] A finales de noviembre, por otro lado, unos 700 judíos de internados en un campo de Kozminek, cerca de Kalish, fueron poco a poco asesinados también mediante un furgón de gas.[129]
El 16 de noviembre, Goebbels publicó en su periódico, Das Reich, un artículo titulado «Los judíos son culpables» que fue amplicamente difundido; en él invocaba la profecía hitleriana de la aniquilación de la raza judía en Europa para asegurar que se estaba cumpliendo en el momento de escribir esas líneas.[130]
El 28 de noviembre, en una conversación con el gran muftí de Jerusalén exiliado en Berlín, Hitler había reiterado su visión del problema judío:
le dijo al muftí que «Alemania era favorable a una guerra intransigente contra los judíos [Deutschland trete für einem kompromisslosen Kampf gegen die Juden ein]»; estaba decidido, «paso a paso, a pedirle a una nación europea tras otra la resolución de su propio problema judío, y, en el momento adecuado, a dirigir también un llamamiento similar a las naciones no europeas». (...) Hitler también le pidió al muftí que guardara celosamente «en las profundidades más remotas de su corazón» la información de que «proseguiría la batalla hasta la destrucción total [Zerstörung] del imperio judeocomunista en Europa».[131]
La indecisión en esa época a la hora de tomar una medida clara y precisa respecto del tratamiento de los judíos llevó a que una orden de Himmler, con fecha de 30 de noviembre, en la que prohibía la liquidación de los mil judíos que iban en un transporte de Riga a Berlín, llegase tarde, de forma que a su llegada fueron efectivamente fusilados. Dado que al menos otros dos casos del mismo tenor se produjeron por aquellas fechas, parece claro que
con las autoridades nazis incapaces de hacer frente a los problemas -que, naturalmente, ellos mismos se habían creado- de albergar y alimentar a los judíos deportados, y con una política claramente genocida operando en las zonas ocupadas de la Unión Soviética, los jefes de las policías locales y los líderes locales del partido empezaban a ver la solución en el asesinato de los judíos deportados en sus zonas.[132]
A este respecto, entre las primeras acciones genocidas a escala local estuvieron la construcción en ese mismo mes del campo de exterminio de Belzec y el asesinato de judíos en furgones de gasificación a primeros de diciembre en Chelmno.
Con la invasión de la Unión Soviética, la Oficina Central de Seguridad del Reich (RSHA) mantuvo en principio la idea de deportar a los judíos al este, esto es, a las nuevas regiones que se iban conquistando en ese país. La perspectiva era que los aptos para el trabajo morirían por el agotamiento y las condiciones generales de frío, hambre, enfermedades, y los no aptos serían eliminados sin más (en octubre de 1941 se había dado permiso a Heinrich Lohse, comisario del Reich en Ostland, para que utilizase monóxido de carbono en furgones como medio para este fin).[133]
Sin embargo, la imposibilidad de obtener una victoria rápida, llevó a que no fuese posible conseguir más territorios, aun cuando los judíos seguían siendo deportados hacia la zona. La complejidad de la situación llevó a que la Wehrmacht, el ejército regular alemán, recibiese orden de asistir militar y logísticamente a los Einsatzgruppen, las unidades móviles de ejecución de las SS, para que pudiesen realizar sus acciones con facilidad y a que los jefes locales nazis tomasen decisiones al respecto por su cuenta. Así,
durante los primeros dieciocho meses de la campaña rusa, los cuatro batallones de la Einsatzgruppen que actuaban en el vasto frente que se extendía desde el Mar Báltico hasta el Mar Negro, asesinaron, con la ayuda de las unidades de la Wehrmacht y la policía nazi, a más de un millón de hombres, mujeres y niños judíos.[134]
Las primeras masacres, cometidas en los estados bálticos, contaron frecuentemente con el apoyo de los ciudadanos bálticos, especialmente de ucranianos y lituanos.[135]
Apenas unos días después, el 16 de diciembre, Hans Frank expresó a varios líderes del Gobierno General la necesidad de exterminar a los judíos fuese el que fuese el lugar donde se encontrasen. Por lo demás, comentó también su desconocimiento del modo en que eso podría llevarse a cabo (habló de tres millones y medio de judíos), lo que demostraría que todavía no se había esbozado un plan al respecto.[136]
El objetivo explícito era la limpieza sistemática de judíos, a los que se concentraba en una o más localidades para luego llevarlos a los lugares de ejecución donde previamente se habían excavado unas fosas; allí, en grupos de quinientos y distanciados unos dos kilómetros entre sí, eran asesinados.[137]
Consecuentemente, a principios de diciembre de 1941 se inició, con aquellos que pertenecían a pequeños guetos y campos anexos, el exterminio regular y sistemático de judíos en Chelmno, de lo que se encargó un equipo especial ya experimentado en el uso de furgones de gas (empezaron con dos furgones y llegaron a contar con tres): un grupo a cargo de Herbert Lange, que había asesinado, entre el 21 de mayo y el 6 de junio de 1940, a 1558 enfermos mentales de Prusia, precisamente, en un furgón mediante monóxido de carbono.[91] Los transportes desde el gueto de Lodz comenzaron el 16 de enero de 1942; hacia junio de 1942, habían sido ya asesinados en Chelmno unos 97.000 judíos. En marzo de 1943 se dieron por finalizadas las operaciones en Chelmno, pero un año después, en abril de 1944, se inició una nueva serie de asesinatos que terminaría el 17-18 de enero de 1945.[138]
Las cifras más precisas estiman que entre 1941 y 1945 fueron asesinados en Chelmno un mínimo de 150.000 judíos y 5000 gitanos. Sobrevivieron cuatro judíos.[139]
Según el historiador Ian Kershaw, la iniciativa para empezar la matanza partió del propio Warthegau (del mismo jefe supremo, Arthur Greiser) antes que de Berlín. El motivo más probable es que en esas semanas las autoridades locales de Litzmannstadt tuvieron que aceptar la recepción de 20.000 judíos venidos de Alemania, que se sumarían a los propios que ya no era posible deportar. En consecuencia, la política antijudía del Warthegau entró en un callejón sin salida y las matanzas se vieron como una alternativa. A este respecto, el responsable máximo pudo haber sido el jefe de los servicios de seguridad, mayor de las SS y jefe de policía, Wilhelm Koppe. Las órdenes, con todo, venían autorizadas desde Berlín, en tanto que ya desde octubre de 1941 Hitler había tomado o sancionado la decisión de exterminar a los judíos de Europa:[140]
el papel de Hitler aquí, como en todas partes, era marcar la pauta y luego sancionar de forma general las acciones apuntadas y puestas en marcha por otros. [Así, pues,] en cuanto a la aplicación del genocidio en el Warthegau, puede llegarse a la conclusión de que la responsabilidad sobre las cuestiones de personal y económicas relacionadas con el Sonderkommando en Chelmno recayeron sobre el SS mayor y jefe de policía Koppe, habiéndole sido delegadas por el inspector de policía de seguridad y la SD, Damzog, mientras que la responsabilidad general estuvo en manos del gobernador del Reich y gauletier Greiser, que operó con permiso del Reichsführer SS Himmler, y del jefe de la seguridad del Reich Heyndrich, con la autorización general para actuar como considerara conveniente de Hitler en persona.[141]
En este contexto de genocidio ya en marcha, pero no explicitado por orden o programa alguno, el 20 de enero de 1942, cuando los asesinatos en el Warthegau llevaban ya seis semanas en marcha,[142] se celebró la conocida como «Conferencia de Wannsee», a las afueras de Berlín.[143]
Organizada por Reinhard Heyndrich, plenipotenciario para la Preparación de la Solución Final de la Cuestión Judía, la reunión ya había tenido que ser pospuesta desde la fecha inicial, el 9 de diciembre de 1941, a la nueva, debido al ataque japonés a Pearl Harbor. El historiador Christian Gerlach entiende que ese hecho decidió a Hitler, quien había declarado la guerra a Estados Unidos dos días después, a acometer el exterminio general de todos los judíos. De hecho, en una reunión celebrada el 12 de diciembre entre Hitler y una cincuentena de jefes del partido nazi, Hitler, según las notas tomadas por goebbels que estuvo presente, habría recordado su profecía de 1939 en la que señaló que una nueva guerra mundial provocaría la aniquilación de los judíos.[144] Lo dicho en esta y otras reuniones celebradas en fechas próximas ha llevado a algún historiador a situar en este mes de diciembre de 1941 el momento en que Hitler habría tomada una decisión determinante respecto del genocidio del pueblo judío europeo;[145] en cualquier caso, durante ese mes se extendieron y radicalizaron las medidas genocidas, aunque no existiese una idea clara ni de cómo se podría llevar a cabo la deportación y exterminio a gran escala, ni con qué métodos y en qué tiempo se habrían de llevar a cabo.
Con la reunión del 20 de enero, Heyndrich, que se refirió explícitamente a «la llegada de la Solución Final de la Cuestión Judía» (die kommende Endlösung der Judenfrage),[146] pretendía organizar un plan general destinado a exterminar a toda la comunidad judía europea. Se preveía, literalmente, registrar a fondo toda Europa, partiendo desde el oeste hacia el este y desde el norte hacia el sur, para deportar a todas las personas de ascendencia judía a los campos de exterminio.[78] [147] [148] En la reunión, participaron cinco representantes de las SS y la policía (entre ellos, el jefe de la Gestapo y Adolf Eichmann, quien levantó acta) y cinco civiles representando a distintos ministerios. Heyndrich remitió a Goering el mandato original para un plan de esas características y designó a Himmler y a sí mismo como depositarios de la responsabilidad de dirigirlo.
De entrada, Henydrich apuntó a la evacuación de los judíos, ya no a la emigración, hacia el Este, de acuerdo además con los deseos de Hitler. Sin embargo, señaló que aquella «evacuación» o deportación al Este era solo un mecanismo temporal en el camino hacia «la próxima solución final de la cuestión judía (die kommende Endlösung der Judenfrage). Además, se refirió a la experiencia práctica ya conseguida, en una velada referencia a los distintos ensayos de deportaciones y asesinatos masivos ya realizados en los seis meses anteriores en el Este.[149] De acuerdo con sus cálculos, la solución final afectaría a once millones de judíos, entre los que incluía a todos los residentes en los distintos países europeos.
Con su lenguaje aséptico, el documento resultante (el único oficial que se ha conservado que lo hace con tanto detalle) de la reunión traza la líneas generales de lo que pronto se materializaría en la masacre de la totalidad de la comunidad judía europea.[150]
El significado histórico de la conferencia de Wannsee es que constituyó el punto de inflexión entre la hasta entonces perspectiva dominante de que la solución al problema judío pasaba por la deportación y muerte de los judíos en los campos de trabajo instalados en la Rusia ocupada (tras la guerra), y la nueva de la necesidad de eliminar a los judíos durante la guerra y en el Gobierno General. No se estableció en ella ningún plan específico, pero marcó el comienzo de la fase final de la política de exterminio, que en la primavera de 1942 (finales de abril y comienzos de mayo) se materializó en
las decisiones para extender la matanza de los distritos de Lublin y Galitzia a toda Polonia, en lo que empezaba a conocerse como la Aktion Reinhard (que vinculaba los tres campos de exterminio de Belzec, Sobibor y Treblinka), y de liquidar prácticamente a todos los judíos deportados del Reich y de otras partes de la Europa Central. A primeros de junio se había esbozado ya un programa destinado a iniciar la deportación de los judíos del oeste de Europa a partir del mes de julio. En su mayoría fueron transportados al mayor campo de exterminio que estaba en funcionamiento en aquel momento, Auschwitz-Birkenau. En el verano de 1942, por lo tanto, la Solución Final, tal y como la historia la conoce, estaba ya en marcha. A finales de 1942, había sido asesinada ya una proporción muy importante de las víctimas del Holocausto, cerca de cuatro millones según cálculos de las SS.[151]
En las semanas siguientes, Hitler, en distintas declaraciones públicas y privadas, insistió en la idea de la aniquilación de los judíos, vinculándola además a una posguerra europea estable. El 27 de marzo de 1942, Goebbels describió la deportación de judíos hacia el Este «como un asunto bastante bárbaro», estimando el porcentaje de judíos muertos en un 60%, quedando el 40 restante para los trabajos forzados. Por lo demás, afirmaba que Hitler era el espíritu que impulsaba esa solución radical.[152]
Hans Frank, en un discurso pronunciado en Cracovia en diciembre de 1942, afirmó:
Debemos destruir a los judíos dondequiera que los encontremos y siempre que se ofrezca la oportunidad, con el fin de poder sostener toda la estructura del Reich en este lugar... Los judíos viven a costa de nosotros hasta un extremo excepcionalmente perjudicial. De forma aproximada, tenemos en el Gobierno General unos 2,5 millones de individuos, y quizá un total de 3,5 millones que tienen algo que ver con los judíos. No podemos fusilar a esos 3,5 millones de judíos, ni podemos envenenarlos, pero podemos adoptar medidas que, de uno u otro modo, conduzcan al exterminio, en combinación con las actuaciones de mayor alcance que se están estudiando en el Reich.[153]
En mayo de 1942, Arthur Greiser recomendó asesinar a 35000 polacos afectados por una tuberculosis incurable. La impopularidad del anterior programa de eutanasia desarrollado en Alemania llevó a que algunos colaboradores pusieran reparos a su ejecución. Greiser, ante la invitación de que se consultase a Hitler al respecto, contestó que no creía necesario
"preguntar de nuevo al Führer al respecto, sobre todo teniendo en cuenta que durante nuestra última discusión sobre los judíos me dijo que podía proceder de acuerdo con mi propio criterio". Este criterio, de hecho, había ya recomendado a Hitler el "tratamiento especial" (es decir, el asesinato) para los cien mil judíos del Warthegau, es decir, el inicio de la Solución Final en esta región.[154]
Aunque el ejército alemán se había opuesto al asesinato de judíos aptos para el trabajo en Polonia y Lituania, no tuvo reparos en ejecutar este tipo de matanzas en la Unión Soviética, llevado por las directrices de sus mandos que recordaban que
los judíos son los intermediarios entre el enemigo situado a retaguardia y los restos del Ejército Rojo y la dirección roja que aún combaten; ejercen un control mucho más fuerte que en Europa sobre todas las posiciones clave de la dirección política y la administración, ocupan el comercio y los negocios y además forman células para toda clase de disturbios y posibles rebeliones. (...) El soldado debe demostrar que comprende la severa expiación que corresponde al judaísmo, el portador espiritual del terror bolchevique.[155]
Para algún historiador, el salto cualitativo que suponía esta serie de acciones asesinas hace que puedan considerarse como parte del Holocausto.[156]
El 4 de octubre de 1943, Himmler pronunció un discurso en Poznan ante oficiales de alto rango de las SS en el que identificó la solución final con una medida higiénica frente a los judíos, lo que comportaba la necesidad de «borrar a esa raza de la faz de la tierra». Por lo demás,
no ocultaba el hecho de que la «solución final» era un «asunto grave», e incluso era lo bastante franco como para referirse a ella en público como «el exterminio [Ausrottung] de la raza judía» y admitir que era una de «las órdenes más aterradoras que podía recibir jamás una organización». [Pero] el asesinato masivo era permisible e incluso admirable en una causa «idealista» como el nacionalsocialismo (...).[157]
El 7 de marzo de 1944, Greiser envió un telegrama a Hitler en el que informaba de que en el Warthegau la «judería» había quedado reducida a un «minúsculo remanente».[158]
La «Solución al problema judío»
La primera mención a la «Solución final al problema judío» apareció en una circular de Eichmann de 20 de mayo de 1941 en la que aludía a ella como una futura vía en el tratamiento de los judíos europeos, tras comunicar que Göring prohibía la emigración de judíos de Francia y Bélgica. Dos meses más tarde, el mismo Göring comunicó a Heydrich que se preparara para «una solución total a la Cuestión judía».[112] Con todo, a lo largo de 1941 fue la política genocida efectuada contra los judíos rusos la que, habiéndose iniciado la invasión de la Unión Soviética, monopolizó la atención de los jerarcas nazis, política que se encuentra en el origen mismo del Holocausto.
En una orden del 2 de julio de 1941, Heydrich realizó una serie de indicaciones genéricas a los jefes superiores de las SS y la policía en el este sobre la necesidad de matar judíos, saboteadores, subversivos y funcionarios del Comintern (además de instigar a las poblaciones locales para desencadenar pogromos contra los judíos). La limitación del alcance de la orden parece ser una estratagema con el fin de justificar de alguna manera los fusilamientos en masa que la Wehrmacht y otras autoridades estaban ya practicando.
Ya el 3 de julio, por ejemplo, el jefe del Einsatzgruppen en Luzk había fusilado a 1.160 judíos para, como declaró, dejar su marca distintiva en la ciudad. Los pelotones de la muerte del Einsatzgruppen A en el Báltico llevaron a cabo una interpretación especialmente liberal de la orden. El Einsatzgruppen acabó realizando una gran contribución al asesinato de cerca de un total de dos millones de judíso rusos; sólo el Einsatzgruppen A, a principios de enero de 1942, informó de la «ejecución» de 229.052 judíos.[113]
Es probable, por tanto, que en esa reuniones informativas hubiese habido ya indicaciones indirectas de aniquilar a los judíos, de forma que pudiesen ser comprendidas de distintas maneras.
Un mes después, en una conferencia de planificación, Hitler afirmó que había que aniquilar a cualquiera que se interpusiese en el camino de Alemania.[114]
El 16 de julio de 1941, el jefe del Servicio de Seguridad (SD) en Posen, Rolf-Heinz Höppner envió a Adolf Eichmann, de la Oficina Principal de Seguridad del Reich en Berlín, un informe titulado Solución al problema judío, en el que recogía las conclusiones de diversas discusiones al respecto entre distintos organismos del Reich. La idea principal que se exponía en el informe era la de concentrar a todos los judíos del Warthegau en un campo para 300000 personas situado cerca del centro de la producción de carbón, para que los judíos aptos para el trabajo pudiesen ser explotados. Además, se señalaba, en relación con los judíos que no pudiesen trabajar y con aquellos a los que no fuese posible alimentar, que habría que considerar seriamente si la solución más humana no sería terminar con ellos mediante algún tipo de preparado de efecto rápido. Por lo demás, se sugería la estirilización de todas las judías para solventar el problema judío en esa misma generación. Así, pues, el informe destacaba la idea de genocidio en una fase embrionaria.[115]
El 31 de julio de 1941 Göring (...) encargó a Heyndrich llevar a cabo los preparativos necesarios para "la solución completa de la Cuestión Judía dentro de la esfera de influencia alemana en Europa". Todo lo que Göring hizo, en realidad, fue firmar un documento redactado en el despacho de Heydrich, casi con toda seguridad a partir de un borrador de Eichmann. (...) El mandato (...) se ha interpretado con frecuencia como el reflejo directo de la orden de Hitler de matar a los judíos de Europa. Pero es una interpretación que deja lugar a dudas. Parece más probable que el mando siguiera buscando aún una solución territorial, que se planteara el traslado de los judíos alemanes y de otros lugares de Europa a un reserva masiva situada en el este, más allá de los Urales.[116]
Esa solución territorial dependía, por un lado, de una victoria rápida de Alemania sobre la Unión Soviética y, por otro, de un cambio en los planes de Hitler, que todavía tenía en mente usar a los judíos alemanes como rehenes y que no quería que fuesen deportados al Este. Sin embargo, en septiembre las ideas empezaron a cambiar, cuando, probablemente, Rosemberg convenció a Hitler de utilizar la deportación de judíos como forma de represalia por las deportaciones de alemanes del Volga a Siberia por parte de los soviéticos.[117] Hitler ordenó en septiembre, cuando los Einsatzgruppen habían emprendido el genocidio total en la Unión Soviética, la deportación inmediata de los judíos de Alemania, Austria y Checoslovaquia.
Por lo tanto, en septiembre de 1941 empezaba a haber ya un caso convincente para establecer un vínculo entre el exterminio físico que empezaba a ser generalizado en el este, la imposibilidad de establecer una solución territorial en un futuro próximo, y el mandato que Heydrich había obtenido ya para organizar una solución general al «problema judío» en todas las zonas ocupadas por Alemania. Incluso así, seguía sin emerger aún del todo un programa generalizado de exterminio para toda la población judía europea.[118]
Carta de Hermann Goering a Reinhard Heydrich acerca de la Solución Final.A propósito de esto, un mensaje del 1 de agosto de Heinrich Müller, jefe de la Gestapo, indicaba que había que presentar informes continuos a Hitler acerca de los trabajos de los Einstazgruppen en el Este.[119] También, a mediados del verano determinados elementos radicales del nazismo habían convencido a Goebbels de la necesidad de eliminar a los judíos de la retaguardia, de las ciudades alemanas; el primer paso fue marcarlos con una estrella amarilla, algo que Hitler aceptó a mediados de agosto.[120]
Todo lo anterior, y muy especialmente la actividad desarrollada por los Einsatzgruppen, se corresponde con testimonios y pruebas documentales que apuntan a que el mandato de Hitler acerca de asesinar a determinado tipo de judíos rusos (sobre todo, dependiendo de su edad y sexo) fue transmitido a los Einsatzkommandos en el mes de agosto. El asesinato generalizado, que culminaría con los fusilamientos masivos de finales de septiembre en Babi-Yar (33.771 hombres, mujeres y niños), no habría sido ordenado explícitamente por Hitler, sino que este habría dado su respaldo a una sugerencia de, probablemente, Himmler, a partir de las impresiones transmitidas por los comandantes locales que tenían a su cargo los fusilamientos.[121]
Por lo demás, se ha demostrado que la Wehrmacht colaboró con los Einsatzgruppen implicándose directamente en el asesinato de casi dos tercios de los prisioneros de guerra soviéticos, muchos de los cuales serían los primeros en probar las cámaras de gas de Auschwitz.[122]
Así las cosas, el 18 de septiembre de 1941, Himmler envió a Arthur Greiser (jefe administrativo y gubernativo del Warthegau, el «Gauleiter») una notificación en la que daba cuenta del deseo de Hitler de librar al alto Reich, el territorio histórico de Alemania, y al Protectorado, Bohemia y Moravia, de judíos, enviándolos primero a Polonia y más tarde hacia el este.
Hacia (...) finales de septiembre o primeros de octubre de 1941, la decisión de llevar a cabo el exterminio físico -al menos el de los judíos no aptos para trabajar- estaba ya tomada, aunque era Rusia, y no Polonia, el área de implementación prevista. (...) A lo largo de los meses siguientes se dieron los pasos necesarios que culminaron en la Solución Final. Fue en octubre y noviembre de 1941 cuando se tejieron a toda velocidad los hilos de la red del exterminio.[123]
En este sentido, ya con la invasión de la Unión Soviética, el Einsatzgruppen había comenzado de manera autónoma, y sin que hubiese órdenes explícitas de nadie en particular,[124] a perpetrar diversas matanzas que fueron aumentando de forma gradual. A partir de agosto de 1941, tras unas aclaraciones de Himmler al respecto,
se produjo una drástica extensión de la matanza de todos los judíos, independientemente de su edad o su sexo. También fuera de la Unión Soviética, las obvias situaciones de punto muerto en la política antijudía fueron desarrollando una veloz y acelerada inercia hacia el genocidio más descarado y total.[124]
Los primeros asesinatos con gas realizados en Auschwitz afectaron a prisioneros soviéticos y tuvieron lugar a finales de verano y principios de otoño de 1941 (a finales del año, se inició la construcción de Auschwitz-Birkenau, el campo de exterminio por antonomasia).[125]
Explícitamente, en el contexto del aumento de la matanza de judíos soviéticos que se había producido a lo largo de septiembre, el 2 de octubre Hitler indicó que esas masacres gozaban de su plena aprobación.[126] Estas masacres habían contado con la ayuda de un camión que usaba los gases de escapa para matar y que utilizaba el Einsatzgruppe C. En una reunión de ocubre, Eichmann, Alfred Wetzel y Viktor Brack discutieron planes para la construcción de aparatos de gaseamiento, que estarían dedicados en principio para los judíos que no valiesen para trabajar.[127]
El 23 de octubre, el jefe de la Gestapo, Heinrich Müller, emitió una circular en nombre de Himmler en la que prohibía cualquier nueva deportación de judíos, debido a la saturación de las zonas de Polonia y del Este adonde habían sido enviados hasta el momento.
En octubre, en Polonia, tuvo lugar también la masacre por la cual perdió la vida la totalidad de los judíos de Konin (unas tres mil personas), que habían sido primero concentrados en Zagarow y luego transportados hacia los bosques de Kazimir; este tipo de asesinatos se habrían ido produciendo desde casi un año antes.[128] A finales de noviembre, por otro lado, unos 700 judíos de internados en un campo de Kozminek, cerca de Kalish, fueron poco a poco asesinados también mediante un furgón de gas.[129]
El 16 de noviembre, Goebbels publicó en su periódico, Das Reich, un artículo titulado «Los judíos son culpables» que fue amplicamente difundido; en él invocaba la profecía hitleriana de la aniquilación de la raza judía en Europa para asegurar que se estaba cumpliendo en el momento de escribir esas líneas.[130]
El 28 de noviembre, en una conversación con el gran muftí de Jerusalén exiliado en Berlín, Hitler había reiterado su visión del problema judío:
le dijo al muftí que «Alemania era favorable a una guerra intransigente contra los judíos [Deutschland trete für einem kompromisslosen Kampf gegen die Juden ein]»; estaba decidido, «paso a paso, a pedirle a una nación europea tras otra la resolución de su propio problema judío, y, en el momento adecuado, a dirigir también un llamamiento similar a las naciones no europeas». (...) Hitler también le pidió al muftí que guardara celosamente «en las profundidades más remotas de su corazón» la información de que «proseguiría la batalla hasta la destrucción total [Zerstörung] del imperio judeocomunista en Europa».[131]
La indecisión en esa época a la hora de tomar una medida clara y precisa respecto del tratamiento de los judíos llevó a que una orden de Himmler, con fecha de 30 de noviembre, en la que prohibía la liquidación de los mil judíos que iban en un transporte de Riga a Berlín, llegase tarde, de forma que a su llegada fueron efectivamente fusilados. Dado que al menos otros dos casos del mismo tenor se produjeron por aquellas fechas, parece claro que
con las autoridades nazis incapaces de hacer frente a los problemas -que, naturalmente, ellos mismos se habían creado- de albergar y alimentar a los judíos deportados, y con una política claramente genocida operando en las zonas ocupadas de la Unión Soviética, los jefes de las policías locales y los líderes locales del partido empezaban a ver la solución en el asesinato de los judíos deportados en sus zonas.[132]
A este respecto, entre las primeras acciones genocidas a escala local estuvieron la construcción en ese mismo mes del campo de exterminio de Belzec y el asesinato de judíos en furgones de gasificación a primeros de diciembre en Chelmno.
Con la invasión de la Unión Soviética, la Oficina Central de Seguridad del Reich (RSHA) mantuvo en principio la idea de deportar a los judíos al este, esto es, a las nuevas regiones que se iban conquistando en ese país. La perspectiva era que los aptos para el trabajo morirían por el agotamiento y las condiciones generales de frío, hambre, enfermedades, y los no aptos serían eliminados sin más (en octubre de 1941 se había dado permiso a Heinrich Lohse, comisario del Reich en Ostland, para que utilizase monóxido de carbono en furgones como medio para este fin).[133]
Sin embargo, la imposibilidad de obtener una victoria rápida, llevó a que no fuese posible conseguir más territorios, aun cuando los judíos seguían siendo deportados hacia la zona. La complejidad de la situación llevó a que la Wehrmacht, el ejército regular alemán, recibiese orden de asistir militar y logísticamente a los Einsatzgruppen, las unidades móviles de ejecución de las SS, para que pudiesen realizar sus acciones con facilidad y a que los jefes locales nazis tomasen decisiones al respecto por su cuenta. Así,
durante los primeros dieciocho meses de la campaña rusa, los cuatro batallones de la Einsatzgruppen que actuaban en el vasto frente que se extendía desde el Mar Báltico hasta el Mar Negro, asesinaron, con la ayuda de las unidades de la Wehrmacht y la policía nazi, a más de un millón de hombres, mujeres y niños judíos.[134]
Las primeras masacres, cometidas en los estados bálticos, contaron frecuentemente con el apoyo de los ciudadanos bálticos, especialmente de ucranianos y lituanos.[135]
Apenas unos días después, el 16 de diciembre, Hans Frank expresó a varios líderes del Gobierno General la necesidad de exterminar a los judíos fuese el que fuese el lugar donde se encontrasen. Por lo demás, comentó también su desconocimiento del modo en que eso podría llevarse a cabo (habló de tres millones y medio de judíos), lo que demostraría que todavía no se había esbozado un plan al respecto.[136]
El objetivo explícito era la limpieza sistemática de judíos, a los que se concentraba en una o más localidades para luego llevarlos a los lugares de ejecución donde previamente se habían excavado unas fosas; allí, en grupos de quinientos y distanciados unos dos kilómetros entre sí, eran asesinados.[137]
Consecuentemente, a principios de diciembre de 1941 se inició, con aquellos que pertenecían a pequeños guetos y campos anexos, el exterminio regular y sistemático de judíos en Chelmno, de lo que se encargó un equipo especial ya experimentado en el uso de furgones de gas (empezaron con dos furgones y llegaron a contar con tres): un grupo a cargo de Herbert Lange, que había asesinado, entre el 21 de mayo y el 6 de junio de 1940, a 1558 enfermos mentales de Prusia, precisamente, en un furgón mediante monóxido de carbono.[91] Los transportes desde el gueto de Lodz comenzaron el 16 de enero de 1942; hacia junio de 1942, habían sido ya asesinados en Chelmno unos 97.000 judíos. En marzo de 1943 se dieron por finalizadas las operaciones en Chelmno, pero un año después, en abril de 1944, se inició una nueva serie de asesinatos que terminaría el 17-18 de enero de 1945.[138]
Las cifras más precisas estiman que entre 1941 y 1945 fueron asesinados en Chelmno un mínimo de 150.000 judíos y 5000 gitanos. Sobrevivieron cuatro judíos.[139]
Según el historiador Ian Kershaw, la iniciativa para empezar la matanza partió del propio Warthegau (del mismo jefe supremo, Arthur Greiser) antes que de Berlín. El motivo más probable es que en esas semanas las autoridades locales de Litzmannstadt tuvieron que aceptar la recepción de 20.000 judíos venidos de Alemania, que se sumarían a los propios que ya no era posible deportar. En consecuencia, la política antijudía del Warthegau entró en un callejón sin salida y las matanzas se vieron como una alternativa. A este respecto, el responsable máximo pudo haber sido el jefe de los servicios de seguridad, mayor de las SS y jefe de policía, Wilhelm Koppe. Las órdenes, con todo, venían autorizadas desde Berlín, en tanto que ya desde octubre de 1941 Hitler había tomado o sancionado la decisión de exterminar a los judíos de Europa:[140]
el papel de Hitler aquí, como en todas partes, era marcar la pauta y luego sancionar de forma general las acciones apuntadas y puestas en marcha por otros. [Así, pues,] en cuanto a la aplicación del genocidio en el Warthegau, puede llegarse a la conclusión de que la responsabilidad sobre las cuestiones de personal y económicas relacionadas con el Sonderkommando en Chelmno recayeron sobre el SS mayor y jefe de policía Koppe, habiéndole sido delegadas por el inspector de policía de seguridad y la SD, Damzog, mientras que la responsabilidad general estuvo en manos del gobernador del Reich y gauletier Greiser, que operó con permiso del Reichsführer SS Himmler, y del jefe de la seguridad del Reich Heyndrich, con la autorización general para actuar como considerara conveniente de Hitler en persona.[141]
En este contexto de genocidio ya en marcha, pero no explicitado por orden o programa alguno, el 20 de enero de 1942, cuando los asesinatos en el Warthegau llevaban ya seis semanas en marcha,[142] se celebró la conocida como «Conferencia de Wannsee», a las afueras de Berlín.[143]
Organizada por Reinhard Heyndrich, plenipotenciario para la Preparación de la Solución Final de la Cuestión Judía, la reunión ya había tenido que ser pospuesta desde la fecha inicial, el 9 de diciembre de 1941, a la nueva, debido al ataque japonés a Pearl Harbor. El historiador Christian Gerlach entiende que ese hecho decidió a Hitler, quien había declarado la guerra a Estados Unidos dos días después, a acometer el exterminio general de todos los judíos. De hecho, en una reunión celebrada el 12 de diciembre entre Hitler y una cincuentena de jefes del partido nazi, Hitler, según las notas tomadas por goebbels que estuvo presente, habría recordado su profecía de 1939 en la que señaló que una nueva guerra mundial provocaría la aniquilación de los judíos.[144] Lo dicho en esta y otras reuniones celebradas en fechas próximas ha llevado a algún historiador a situar en este mes de diciembre de 1941 el momento en que Hitler habría tomada una decisión determinante respecto del genocidio del pueblo judío europeo;[145] en cualquier caso, durante ese mes se extendieron y radicalizaron las medidas genocidas, aunque no existiese una idea clara ni de cómo se podría llevar a cabo la deportación y exterminio a gran escala, ni con qué métodos y en qué tiempo se habrían de llevar a cabo.
Con la reunión del 20 de enero, Heyndrich, que se refirió explícitamente a «la llegada de la Solución Final de la Cuestión Judía» (die kommende Endlösung der Judenfrage),[146] pretendía organizar un plan general destinado a exterminar a toda la comunidad judía europea. Se preveía, literalmente, registrar a fondo toda Europa, partiendo desde el oeste hacia el este y desde el norte hacia el sur, para deportar a todas las personas de ascendencia judía a los campos de exterminio.[78] [147] [148] En la reunión, participaron cinco representantes de las SS y la policía (entre ellos, el jefe de la Gestapo y Adolf Eichmann, quien levantó acta) y cinco civiles representando a distintos ministerios. Heyndrich remitió a Goering el mandato original para un plan de esas características y designó a Himmler y a sí mismo como depositarios de la responsabilidad de dirigirlo.
De entrada, Henydrich apuntó a la evacuación de los judíos, ya no a la emigración, hacia el Este, de acuerdo además con los deseos de Hitler. Sin embargo, señaló que aquella «evacuación» o deportación al Este era solo un mecanismo temporal en el camino hacia «la próxima solución final de la cuestión judía (die kommende Endlösung der Judenfrage). Además, se refirió a la experiencia práctica ya conseguida, en una velada referencia a los distintos ensayos de deportaciones y asesinatos masivos ya realizados en los seis meses anteriores en el Este.[149] De acuerdo con sus cálculos, la solución final afectaría a once millones de judíos, entre los que incluía a todos los residentes en los distintos países europeos.
Con su lenguaje aséptico, el documento resultante (el único oficial que se ha conservado que lo hace con tanto detalle) de la reunión traza la líneas generales de lo que pronto se materializaría en la masacre de la totalidad de la comunidad judía europea.[150]
El significado histórico de la conferencia de Wannsee es que constituyó el punto de inflexión entre la hasta entonces perspectiva dominante de que la solución al problema judío pasaba por la deportación y muerte de los judíos en los campos de trabajo instalados en la Rusia ocupada (tras la guerra), y la nueva de la necesidad de eliminar a los judíos durante la guerra y en el Gobierno General. No se estableció en ella ningún plan específico, pero marcó el comienzo de la fase final de la política de exterminio, que en la primavera de 1942 (finales de abril y comienzos de mayo) se materializó en
las decisiones para extender la matanza de los distritos de Lublin y Galitzia a toda Polonia, en lo que empezaba a conocerse como la Aktion Reinhard (que vinculaba los tres campos de exterminio de Belzec, Sobibor y Treblinka), y de liquidar prácticamente a todos los judíos deportados del Reich y de otras partes de la Europa Central. A primeros de junio se había esbozado ya un programa destinado a iniciar la deportación de los judíos del oeste de Europa a partir del mes de julio. En su mayoría fueron transportados al mayor campo de exterminio que estaba en funcionamiento en aquel momento, Auschwitz-Birkenau. En el verano de 1942, por lo tanto, la Solución Final, tal y como la historia la conoce, estaba ya en marcha. A finales de 1942, había sido asesinada ya una proporción muy importante de las víctimas del Holocausto, cerca de cuatro millones según cálculos de las SS.[151]
En las semanas siguientes, Hitler, en distintas declaraciones públicas y privadas, insistió en la idea de la aniquilación de los judíos, vinculándola además a una posguerra europea estable. El 27 de marzo de 1942, Goebbels describió la deportación de judíos hacia el Este «como un asunto bastante bárbaro», estimando el porcentaje de judíos muertos en un 60%, quedando el 40 restante para los trabajos forzados. Por lo demás, afirmaba que Hitler era el espíritu que impulsaba esa solución radical.[152]
Hans Frank, en un discurso pronunciado en Cracovia en diciembre de 1942, afirmó:
Debemos destruir a los judíos dondequiera que los encontremos y siempre que se ofrezca la oportunidad, con el fin de poder sostener toda la estructura del Reich en este lugar... Los judíos viven a costa de nosotros hasta un extremo excepcionalmente perjudicial. De forma aproximada, tenemos en el Gobierno General unos 2,5 millones de individuos, y quizá un total de 3,5 millones que tienen algo que ver con los judíos. No podemos fusilar a esos 3,5 millones de judíos, ni podemos envenenarlos, pero podemos adoptar medidas que, de uno u otro modo, conduzcan al exterminio, en combinación con las actuaciones de mayor alcance que se están estudiando en el Reich.[153]
En mayo de 1942, Arthur Greiser recomendó asesinar a 35000 polacos afectados por una tuberculosis incurable. La impopularidad del anterior programa de eutanasia desarrollado en Alemania llevó a que algunos colaboradores pusieran reparos a su ejecución. Greiser, ante la invitación de que se consultase a Hitler al respecto, contestó que no creía necesario
"preguntar de nuevo al Führer al respecto, sobre todo teniendo en cuenta que durante nuestra última discusión sobre los judíos me dijo que podía proceder de acuerdo con mi propio criterio". Este criterio, de hecho, había ya recomendado a Hitler el "tratamiento especial" (es decir, el asesinato) para los cien mil judíos del Warthegau, es decir, el inicio de la Solución Final en esta región.[154]
Aunque el ejército alemán se había opuesto al asesinato de judíos aptos para el trabajo en Polonia y Lituania, no tuvo reparos en ejecutar este tipo de matanzas en la Unión Soviética, llevado por las directrices de sus mandos que recordaban que
los judíos son los intermediarios entre el enemigo situado a retaguardia y los restos del Ejército Rojo y la dirección roja que aún combaten; ejercen un control mucho más fuerte que en Europa sobre todas las posiciones clave de la dirección política y la administración, ocupan el comercio y los negocios y además forman células para toda clase de disturbios y posibles rebeliones. (...) El soldado debe demostrar que comprende la severa expiación que corresponde al judaísmo, el portador espiritual del terror bolchevique.[155]
Para algún historiador, el salto cualitativo que suponía esta serie de acciones asesinas hace que puedan considerarse como parte del Holocausto.[156]
El 4 de octubre de 1943, Himmler pronunció un discurso en Poznan ante oficiales de alto rango de las SS en el que identificó la solución final con una medida higiénica frente a los judíos, lo que comportaba la necesidad de «borrar a esa raza de la faz de la tierra». Por lo demás,
no ocultaba el hecho de que la «solución final» era un «asunto grave», e incluso era lo bastante franco como para referirse a ella en público como «el exterminio [Ausrottung] de la raza judía» y admitir que era una de «las órdenes más aterradoras que podía recibir jamás una organización». [Pero] el asesinato masivo era permisible e incluso admirable en una causa «idealista» como el nacionalsocialismo (...).[157]
El 7 de marzo de 1944, Greiser envió un telegrama a Hitler en el que informaba de que en el Warthegau la «judería» había quedado reducida a un «minúsculo remanente».[158]
lunes, 6 de septiembre de 2010
TEORIA DEL EXTERMINIO VI
. En este paso seguramente todos recordaran lo que hizo la Alemania Nazi, para acabar con los Judios su plan de solucion final, habia propaganda Nazi influenciando a la poblacion de que la culpa de todos los males de la sociedad alemana era de los judios, asi que como se ha dicho se fue lavando el cerebro de esa poblacion para que aceptaran la idea del exterminio, igualmente pasara con los cristianos y el bendito pueblo de Israel, pues todas las naciones se uniran para acabarlo, pero sabemos,segun las promesaS DE JESUS que eso nunca lo podran hacer, pues Israel siempre saldra victorioso, recuerden hitler era un anticristo, y peor va ser el que va a llegar
La Solución Final
Hay un Mapa que muestra la ubicación de todos los campos de exterminio, la mayoría de los campos de concentración, campos de trabajo, prisiones, ghetos, las principales rutas de deportación y los lugares de masacres.Solución final o Solución final al problema judío (Endlösung der Judenfrage, en alemán) fue el nombre técnico que utilizaron los nazis para identificar su intención genocida respecto de la población judía europea. El término fue acuñado por Adolf Eichmann,[78] un funcionario nazi que supervisó en primera instancia la campaña, a la que se denominaba reinstalación. Tomada la decisión hacia septiembre de 1941, en marzo de 1942 la ejecución del exterminio estaba ya funcionando con el perfil con el que sería definitivamente conocido.
Los rumores en Alemania sobre el destino de los judíos fueron generalizados y contenían datos suficientes como para entender que en el este se estaba produciendo un asesinato masivo de judíos. Incluso, el conocimiento de las gasificaciones y del exterminio en los campos fue relativamente limitado.[79]
Y aunque la planificación y ejecución de la Solución Final se llevó con un grado muy elevado de secretismo, lo que probablemente demuestra que los jerarcas nazis eran conscientes de que no podían contar para ello con el respaldo popular, la misma no
se habría hecho realidad (...) sin la colaboración activa de la Wehrmacht, la única fuerza aún capaz de contener el régimen nazi; o en cualquier caso, sin el consentimiento equivalente a la complicidad activa de la burocracia civil, que se esforzó por satisfacer los requerimientos de vertiginosa discriminación, o de los líderes de las industrias alemanas, que fabricaron la maquinaria de la muerte e instalaron sus fábricas en los campos de concentración. Y dentro del complejo organizativo de las SS-SD-Gestapo, fueron menos los fanáticos raciales que los organizadores ambiciosos y los administradores competentes como Eichmann, y los ejecutores a sangre fría como Höss, quienes convertieron la infernal visión en un infierno en la tierra. [Y tampoco habría sido posible] sin los pasos progresivos que fueron excluyendo paulatinamente a los judíos de la sociedad alemana y que tuvieron lugar delante de todo el mundo, en su forma legal recibidos con la aprobación general de la población, y dando como resultado la despersonalización y la degradación de la figura del judío. No habría sido posible sin la apatía y la indiferencia generalizada, que fue la respuesta común a la propaganda del odio. Y, finalmente, no habría sido posible sin el silencio de las jerarquías de la Iglesia, que no lograron expresar la oposición que pudiera haber a las políticas raciales nazis, y sin el consentimiento en forma de complicidad activa de otras destacadas secciones de la élites alemanas.[80]
Con la aprobación y sanción por parte de Hitler de las distintas fases de intensificación, la Solución Final, como proceso, arrancó en la primavera de 1941 con la planificación de la «Operación Barbarroja», se amplió durante el verano con el paso a un genocidio a gran escala en la Unión Soviética recién invadida (radicalizado en otoño por la deportación masiva hacia el este ordenada por Hitler de los judíos del Reich, Bohemia y Moravia) y se encaminó hacia su pleno desarrollo entre diciembre (una vez declarada la guerra a Estados Unidos) y la primavera del 42, cuando surgió definitivamente un programa coordinado de exterminio que se materializaría en la matanza perpetrada en los distintos campos.[81]
La Solución Final
Hay un Mapa que muestra la ubicación de todos los campos de exterminio, la mayoría de los campos de concentración, campos de trabajo, prisiones, ghetos, las principales rutas de deportación y los lugares de masacres.Solución final o Solución final al problema judío (Endlösung der Judenfrage, en alemán) fue el nombre técnico que utilizaron los nazis para identificar su intención genocida respecto de la población judía europea. El término fue acuñado por Adolf Eichmann,[78] un funcionario nazi que supervisó en primera instancia la campaña, a la que se denominaba reinstalación. Tomada la decisión hacia septiembre de 1941, en marzo de 1942 la ejecución del exterminio estaba ya funcionando con el perfil con el que sería definitivamente conocido.
Los rumores en Alemania sobre el destino de los judíos fueron generalizados y contenían datos suficientes como para entender que en el este se estaba produciendo un asesinato masivo de judíos. Incluso, el conocimiento de las gasificaciones y del exterminio en los campos fue relativamente limitado.[79]
Y aunque la planificación y ejecución de la Solución Final se llevó con un grado muy elevado de secretismo, lo que probablemente demuestra que los jerarcas nazis eran conscientes de que no podían contar para ello con el respaldo popular, la misma no
se habría hecho realidad (...) sin la colaboración activa de la Wehrmacht, la única fuerza aún capaz de contener el régimen nazi; o en cualquier caso, sin el consentimiento equivalente a la complicidad activa de la burocracia civil, que se esforzó por satisfacer los requerimientos de vertiginosa discriminación, o de los líderes de las industrias alemanas, que fabricaron la maquinaria de la muerte e instalaron sus fábricas en los campos de concentración. Y dentro del complejo organizativo de las SS-SD-Gestapo, fueron menos los fanáticos raciales que los organizadores ambiciosos y los administradores competentes como Eichmann, y los ejecutores a sangre fría como Höss, quienes convertieron la infernal visión en un infierno en la tierra. [Y tampoco habría sido posible] sin los pasos progresivos que fueron excluyendo paulatinamente a los judíos de la sociedad alemana y que tuvieron lugar delante de todo el mundo, en su forma legal recibidos con la aprobación general de la población, y dando como resultado la despersonalización y la degradación de la figura del judío. No habría sido posible sin la apatía y la indiferencia generalizada, que fue la respuesta común a la propaganda del odio. Y, finalmente, no habría sido posible sin el silencio de las jerarquías de la Iglesia, que no lograron expresar la oposición que pudiera haber a las políticas raciales nazis, y sin el consentimiento en forma de complicidad activa de otras destacadas secciones de la élites alemanas.[80]
Con la aprobación y sanción por parte de Hitler de las distintas fases de intensificación, la Solución Final, como proceso, arrancó en la primavera de 1941 con la planificación de la «Operación Barbarroja», se amplió durante el verano con el paso a un genocidio a gran escala en la Unión Soviética recién invadida (radicalizado en otoño por la deportación masiva hacia el este ordenada por Hitler de los judíos del Reich, Bohemia y Moravia) y se encaminó hacia su pleno desarrollo entre diciembre (una vez declarada la guerra a Estados Unidos) y la primavera del 42, cuando surgió definitivamente un programa coordinado de exterminio que se materializaría en la matanza perpetrada en los distintos campos.[81]
domingo, 5 de septiembre de 2010
TEORIA DEL EXTERMINIO V
El Anticristo preparara su holocausto contra los Cristianos,osea contra los Israelitas en jerusalen, asi como lo preparo Hitler se le llamaba los preambulos del holocausto y aqui esta esta parte para que la lean y lo tomen como un simil para lo que se avecina.
Los preámbulos del Holocausto
[editar] La noche de los cristales rotos y el comienzo de las deportaciones y los guetos
En marzo de 1938 Alemania se anexionó Austria, y con ellos incorporó a su población a los 200.000 judíos austriacos. Como herramienta para alcanzar la aspiración nazi de liberar a Alemania de la población judía, Viena se convirtió en el primer lugar en el que se pondría en práctica la que sería, a partir de entonces, una constante política nazi: la deportación de la comunidad judía de su territorio. Previamente, hubo
una campaña de intimidación particularmente violenta y brutal, [en la que] las SA obligaron a los judíos a fregar las calles de la ciudad con pequeños cepillos bajo la mirada de una multitud que se mofaba de ellos, los negocios pertenecientes a aquella minoría fueron expropiados a la velocidad del rayo y los matones nazis austríacos saquearon sin contemplaciones los hogares judíos.[70]
El antisemitismo ya presente en Austria sirvió para desbordar las medidas antijudías, hasta el punto de que llegaron a servir de modelo para las tomadas en la propia Alemania. Una campaña de detenciones provocó el traslado de unos mil judíos a campos de concentración.
La consecuencia inmediata fue una oledada de emigración judía tanto de Alemania como de Austria. La Conferencia internacional de Evian, en Francia, promovida por Estados Unidos con el objeto de tratar el tema de los refugiados judíos, se resolvió con excusas generalizadas por parte de todos los países presentes para no acoger a un número sustancial de judíos.
La primera deportación en masa se produjo en octubre de 1938, cuando 16000 judíos de origen polaco fueron expulsados de Alemania, siendo abandonados en la frontera con Polonia, que les negó la entrada. El hijo de uno de ellos, Herschel Grynszpan, que residía en París, reaccionó asesinando al tercer secretario de la embajada alemana en París. La propaganda nazi calificó la acción como declaración de guerra y como un acto más de la conspiración judeomasónica mundial. Así, un día después de la muerte del diplomático, el 10 de noviembre, tuvo lugar la noche de los cristales rotos (Reichkristallnacht), pogromo instigado por el ministro de propaganda Joseph Goebbels, pero con la expresa aprobación de Hitler, que constituyó la exhibición pública de antisemitismo más violenta en Alemania desde la época de las cruzadas y un momento decisivo y de gran significación en el camino hacia el Holocausto:[71]
A lo largo y ancho de Alemania, ardieron más de cuatrocientas sinagogas y se saquearon más de siete mil quinientos negocios y otras propiedades judías; por lo menos cien judíos fueron asesinados, muchos más resultaron heridos, y a treinta mil se los despachó de modo sumario a campos de concentración en los cuales sufriían indecibles ultrajes.[72]
Otra consecuencia directa del pogromo fue que Reinhard Heydrich asumió la coordinación centralizada de la Cuestión Judía.
Las agresiones no solo fueron realizadas por los fanáticos ideológicos del partido nazi, sino también por alemanes corrientes. No hubo, además, protestas públicas significativas por parte de las iglesias.
Dos días después, el gobierno alemán reforzó las consecuencias del pogromo imponiendo una multa de mil millones de reichsmarks a la comunidad judía alemana por lo que se calificó como actitud hostil hacia el Reich y su pueblo. Durante la reunión en la que se decidió la medida, se sugirieron diversas medidas discriminatorias muchas de las cuales serían aprobadas por Hitler el mes siguiente. Básicamente, se puso prácticamente fin a toda actividad empresarial de los judíos, a su libertad de movimiento y a sus relaciones con el resto de alemanes.
La radicalización de la actitud hacia los judíos quedó meridianamente reflejada en un artículo del 24 de noviembre de 1938 en el periódico de las SS, Das Schwarze Korps, en el que se afirmaba que
tendríamos que enfrentarnos a la necesidad irrevocable de exterminar el submundo judío del mismo modo que, bajo nuestro gobierno de Ley y Orden, solemos exterminar a cualquier otro criminal, es decir, con el fuego y la espada. El resultado debería ser la eliminación práctica y definitiva de los judíos que hay en Alemania, su aniquilación absoluta.[73]
Dos meses después, en el plazo de una semana, haría dos declaraciones explícitas sobre sus intenciones respecto de los judíos: por un lado, el 21 de enero del 39, en palabras dirigidas al ministro de Asuntos Exteriores checoslovaco, Hitler indicó que los judíos serían destruidos y que su provocación del 9 de noviembre de 1918 no les habría de salir gratis, sino que sería vengada;[74] por otro lado, el 30 de enero, pronunció un discurso en el Parlamento alemán que habría de gravitar sobre todas las decisiones que en adelante se tomarían sobre la cuestión judía. Alardeando de una aptitud profética, afirmó:
Durante la época de mi lucha por el poder, fue en primer lugar la raza judía la que no hizo sino recibir a carcajadas mis profecías cuando dije que algún día asumiría la dirección del Estado y, con ella, la de toda la nación, y que entonces, entre muchas otras cosas, resolvería el problema judío. Sus carcajadas fueron escandalosas, pero creo que, de un tiempo a esta parte, ya solo ríen por dentro. Hoy seré profeta una vez más: si los financieros judíos internacionales de Europa y de fuera de ella logran sumir de nuevo a las naciones en una guerra mundial, ¡el resultado no será la bolchevización de la tierra y, por lo tanto, la victoria de los judíos, sino la aniquilación de la raza judía en Europa.[75]
Hitler recordaría su profecía dos veces en 1942 y tres en 1943, aunque asociándola a una fecha equivocada, el 1 de septiembre de 1939, como forma de vincular el inicio de la guerra a los judíos.
Previamente, en el contexto de sus iniciativas diplomáticas para conseguir que la comunidad internacional se hiciese cargo de la población judía alemana, Hitler había declarado dos meses antes al ministro de Defensa de Sudáfrica, Oswald Pirow, que ya había adoptado una decisión irrevocable sobre ellos y que un día habrían de desaparecer de Europa.[76]
El 30 de abril de 1939 se promulgó una ley qe prohibía a judíos y no judíos compartir el mismo bloque de pisos; como consecuencia de ello, se crearon casas judías y guetos en las grandes ciudades que hicieron aumentar el aislamiento social de la población judía. La obligatoriedad de lucir la estrella de David amarilla que entró en vigor en septiembre de 1941, asentó definitivamente ese aislamiento y allanó el camino hacia la invisibilización de los judíos por medios más drásticos.[77]
Los preámbulos del Holocausto
[editar] La noche de los cristales rotos y el comienzo de las deportaciones y los guetos
En marzo de 1938 Alemania se anexionó Austria, y con ellos incorporó a su población a los 200.000 judíos austriacos. Como herramienta para alcanzar la aspiración nazi de liberar a Alemania de la población judía, Viena se convirtió en el primer lugar en el que se pondría en práctica la que sería, a partir de entonces, una constante política nazi: la deportación de la comunidad judía de su territorio. Previamente, hubo
una campaña de intimidación particularmente violenta y brutal, [en la que] las SA obligaron a los judíos a fregar las calles de la ciudad con pequeños cepillos bajo la mirada de una multitud que se mofaba de ellos, los negocios pertenecientes a aquella minoría fueron expropiados a la velocidad del rayo y los matones nazis austríacos saquearon sin contemplaciones los hogares judíos.[70]
El antisemitismo ya presente en Austria sirvió para desbordar las medidas antijudías, hasta el punto de que llegaron a servir de modelo para las tomadas en la propia Alemania. Una campaña de detenciones provocó el traslado de unos mil judíos a campos de concentración.
La consecuencia inmediata fue una oledada de emigración judía tanto de Alemania como de Austria. La Conferencia internacional de Evian, en Francia, promovida por Estados Unidos con el objeto de tratar el tema de los refugiados judíos, se resolvió con excusas generalizadas por parte de todos los países presentes para no acoger a un número sustancial de judíos.
La primera deportación en masa se produjo en octubre de 1938, cuando 16000 judíos de origen polaco fueron expulsados de Alemania, siendo abandonados en la frontera con Polonia, que les negó la entrada. El hijo de uno de ellos, Herschel Grynszpan, que residía en París, reaccionó asesinando al tercer secretario de la embajada alemana en París. La propaganda nazi calificó la acción como declaración de guerra y como un acto más de la conspiración judeomasónica mundial. Así, un día después de la muerte del diplomático, el 10 de noviembre, tuvo lugar la noche de los cristales rotos (Reichkristallnacht), pogromo instigado por el ministro de propaganda Joseph Goebbels, pero con la expresa aprobación de Hitler, que constituyó la exhibición pública de antisemitismo más violenta en Alemania desde la época de las cruzadas y un momento decisivo y de gran significación en el camino hacia el Holocausto:[71]
A lo largo y ancho de Alemania, ardieron más de cuatrocientas sinagogas y se saquearon más de siete mil quinientos negocios y otras propiedades judías; por lo menos cien judíos fueron asesinados, muchos más resultaron heridos, y a treinta mil se los despachó de modo sumario a campos de concentración en los cuales sufriían indecibles ultrajes.[72]
Otra consecuencia directa del pogromo fue que Reinhard Heydrich asumió la coordinación centralizada de la Cuestión Judía.
Las agresiones no solo fueron realizadas por los fanáticos ideológicos del partido nazi, sino también por alemanes corrientes. No hubo, además, protestas públicas significativas por parte de las iglesias.
Dos días después, el gobierno alemán reforzó las consecuencias del pogromo imponiendo una multa de mil millones de reichsmarks a la comunidad judía alemana por lo que se calificó como actitud hostil hacia el Reich y su pueblo. Durante la reunión en la que se decidió la medida, se sugirieron diversas medidas discriminatorias muchas de las cuales serían aprobadas por Hitler el mes siguiente. Básicamente, se puso prácticamente fin a toda actividad empresarial de los judíos, a su libertad de movimiento y a sus relaciones con el resto de alemanes.
La radicalización de la actitud hacia los judíos quedó meridianamente reflejada en un artículo del 24 de noviembre de 1938 en el periódico de las SS, Das Schwarze Korps, en el que se afirmaba que
tendríamos que enfrentarnos a la necesidad irrevocable de exterminar el submundo judío del mismo modo que, bajo nuestro gobierno de Ley y Orden, solemos exterminar a cualquier otro criminal, es decir, con el fuego y la espada. El resultado debería ser la eliminación práctica y definitiva de los judíos que hay en Alemania, su aniquilación absoluta.[73]
Dos meses después, en el plazo de una semana, haría dos declaraciones explícitas sobre sus intenciones respecto de los judíos: por un lado, el 21 de enero del 39, en palabras dirigidas al ministro de Asuntos Exteriores checoslovaco, Hitler indicó que los judíos serían destruidos y que su provocación del 9 de noviembre de 1918 no les habría de salir gratis, sino que sería vengada;[74] por otro lado, el 30 de enero, pronunció un discurso en el Parlamento alemán que habría de gravitar sobre todas las decisiones que en adelante se tomarían sobre la cuestión judía. Alardeando de una aptitud profética, afirmó:
Durante la época de mi lucha por el poder, fue en primer lugar la raza judía la que no hizo sino recibir a carcajadas mis profecías cuando dije que algún día asumiría la dirección del Estado y, con ella, la de toda la nación, y que entonces, entre muchas otras cosas, resolvería el problema judío. Sus carcajadas fueron escandalosas, pero creo que, de un tiempo a esta parte, ya solo ríen por dentro. Hoy seré profeta una vez más: si los financieros judíos internacionales de Europa y de fuera de ella logran sumir de nuevo a las naciones en una guerra mundial, ¡el resultado no será la bolchevización de la tierra y, por lo tanto, la victoria de los judíos, sino la aniquilación de la raza judía en Europa.[75]
Hitler recordaría su profecía dos veces en 1942 y tres en 1943, aunque asociándola a una fecha equivocada, el 1 de septiembre de 1939, como forma de vincular el inicio de la guerra a los judíos.
Previamente, en el contexto de sus iniciativas diplomáticas para conseguir que la comunidad internacional se hiciese cargo de la población judía alemana, Hitler había declarado dos meses antes al ministro de Defensa de Sudáfrica, Oswald Pirow, que ya había adoptado una decisión irrevocable sobre ellos y que un día habrían de desaparecer de Europa.[76]
El 30 de abril de 1939 se promulgó una ley qe prohibía a judíos y no judíos compartir el mismo bloque de pisos; como consecuencia de ello, se crearon casas judías y guetos en las grandes ciudades que hicieron aumentar el aislamiento social de la población judía. La obligatoriedad de lucir la estrella de David amarilla que entró en vigor en septiembre de 1941, asentó definitivamente ese aislamiento y allanó el camino hacia la invisibilización de los judíos por medios más drásticos.[77]
sábado, 4 de septiembre de 2010
TEORIA DEL ESTERMINIO IV. El antisemitismo en Hitler y el nazismo, Sera parecido al del anticristo
Generalmente es un lider politico que tiene mucho poder es quien manda a matar o ejecutar a personas que piensan diferentes a el, y eso se ha visto mucho en los paises donde los dictadores tienen todo el poder del pueblo concentrado en ellos, algo muy peligroso, siguiendo con esta teoria del exterminio Hitler aunque fue en el siglo pasado concentraba todo el poder para si, esto va a ser igual cuando se presente el Anticristo, va a querer a eliminar como solucion final al pueblo Judio y a los cristianos, porque el fracaso y los desastres del mundo que se avecinan, a ellos se les echara la culpa.
El antisemitismo en Hitler y el nazismo
En este contexto fue en el que surgió el Partido Nacional Socialista Obrero Alemán (NSDAP), el partido nazi, fundado en Múnich en 1919, cuyo programa oficial de 1920 proponía la unión de todos los alemanes dentro de una Gran Alemania y que sólo las personas de sangre o raza alemana pudiesen ser nacionales (ciudadanas del Estado) y directores de medios de comunicación. Explícitamente, además, el NSDAP propugnaba un cristianismo constructivo y luchaba contra el espíritu judeomaterialista en el interior y el exterior del país.[40]
La primera declaración política conocida de su principal líder, el ex cabo del ejército alemán Adolf Hitler, expuesta en una carta del 16 de septiembre de 1919, incidía sobre la cuestión judía partiendo de la base de que la comunidad judía era un grupo estrictamente racial y no religioso. Además,
describe las acciones de dicha colectividad como causantes "de una tuberculosis racial de los pueblos". Desecha los pogromos como una respuesta meramente "emocional" al problema y exige un "antisemitismo racional" que imponga una ley de extranjería a los judíos, con el fin de revocar sus "privilegios especiales". El objetivo final, según le escribe al destinatario de la carta, "debe ser la extirpación [Entfernung] completa de los judíos".[41]
Con sus fundamentos nacionalistas y antisemitas, el partido nazi se fue desarrollando poco a poco sobre la base de una intensa y llamativa actividad casi diaria de sus militantes. Entre 1919 y 1924 su zona de acción se reducía a Baviera, donde captó a una heterogénea masa de alemanes compuesta de antiguos soldados, de anticomunistas y antisemitas y, en general, de desclasados atraídos por la idea de una revolución nacional. Sus ideas antisemitas eran expuestas con frecuencia en diversos discursos pronunciados tanto por Hitler como por otros nazis, como Alfred Rosenberg, Julius Streicher o Hermann Esser, e insistían en la necesidad de tomar medidas contundentes contra los judíos de forma que su influencia sobre la sociedad alemana se eliminase por completo.
En noviembre de 1923, el NSDAP intentó hacerse con el poder para marchar, a continuación, sobre Berlín con el objeto de derrocar a la República de Weimar. El conocido como putsch de Múnich fracasó con la simple intervención de la policía, y Hitler fue detenido.
Sin embargo, el juicio subsiguiente se convirtió en una plataforma publicitaria para Hitler y su partido, y durante los nueve meses que pasó en la cárcel en 1924 tuvo tiempo para escribir su autobiografía política, titulada Mein Kampf, que terminaría por convertirse en la biblia del movimiento nazi y en un texto esencial del antisemitismo, que el autor, según su propia confesión, había aprendido de personajes como el compositor Richard Wagner, Karl Lueger, alcalde de Viena, y el nacionalista extremista Georg von Schönerer.
Wagner, a quien musicalmente admiraba Hitler por encima de cualquier otro músico, había expuesto en numerosas ocasiones auténticas diatribas contra el papel corruptor de los judíos en el arte en general, a quienes consideraba la conciencia maligna de nuestra civilización moderna o el versátil genio corruptor de la humanidad.[42]
De Lueger tomaría la inspiración para utilizar el antisemitismo como un instrumento de movilización de masas, en tanto podía materializar los resentimientos del ciudadano común (el judío como asesino de Cristo, el judío como usurero enriquecido mientras los demás se arruinan...).
Y en cuanto a von Schönerer, Hitler había asumido íntegramente sus postulados radicales
sobre la necesidad de un antisemitismo étnico intransigente -basado en la sangre y la raza-, [y adoptado] su odio hacia la "prensa judía" y la "socialdemocracia dirigida por judíos".[43]
Además de estas influencias, determinadas experiencias personales del propio Hitler relatadas en Mi lucha, le llevaron a convertirse en un antisemita fríamente racional, comprendiendo, además, la naturaleza judaica de la socialdemocracia internacionalista austríaca.[44]
Como consecuencia de lo anterior
Hitler llamó, desde principios de la década de 1920, a una guerra sin cuartel contra "la doctrina judaica del marxismo", que impugnaba "la relevancia de la nacionalidad y la raza", negaba el valor de la personalidad y se oponía a las "leyes eternas de la naturaleza" con sus doctrinas igualitarias.[45]
Hasta 1924, la demagogia global antisemita era el tema principal en casi todos los discursos de Hitler y se dirigía, especialmente, contra los judíos por su supuesto papel como finacieros, capitalistas, responsables del mercado negro y aprovechados. Sin embargo, el impacto de la guerra civil rusa modificó está línea discursiva hacia la identificación de los judíos con el bolchevismo y hacia un explícito antimarxismo (que Hitler igualaba a la lucha contra los judíos).[46]
Así, pues,
hacia 1924 el núcleo central de la visión del mundo de Hitler -la historia como lucha racial y la aniquilación tanto del judaísmo (lo que quiera que eso pudiese significar en términos concretos), como de su más peligrosa manifestación política e ideológica, el marxismo -era una concepción firmemente instaurada en su pensamiento.[47]
También en Mi lucha (1925-1926) habla de lo oportuno que hubiese sido gasear de doce mil a quince mil judíos o hebreos corruptores durante la Primera Guerra Mundial, convencido como estaba, al igual que otros muchos ex soldados, de que Alemania había sufrido en esa guerra la traición de pacifistas y marxistas, todos ellos incitados por los judíos. La fijación de esta culpa haría que a principios de 1939 le expresase al Ministro de Asuntos Exteriores checo su pretensión de destruir a los judíos como castigo por lo que habían hecho el 9 de noviembre de 1918 (fecha de la rendición de Alemania y de la consecuente instauración de la República de Weimar).[48] A través de su identificación del judío con el marxismo y el bolchevismo, también responsabilizaba a los judíos de lo que denominaba genocidio judeobolchevique durante la Revolución rusa.
Haciendo uso de un lenguaje no solo extremo, sino que apuntaba hacia una mentalidad proto genocida,[49] era característico asimismo de los discursos de Hitler, cuando tocaba la cuestión judía, la deshumanización constante a la que sometía a los judíos
por medio de un lenguaje zoológico que los calificaba de raza inferior, de "plaga" de la que había que hacer limpieza o también de gérmenes, bacilos y microbios que atacaban y envenenaban el organismo hasta que se los erradicaba. Se presentaba a la comunidad judía como el equivalente de una peste bubónica medieval, con la salvedad que, en este caso, las metáforas médicas se habían modernizado y evocaban enfermedades mortales como el cáncer o la tuberculosis. (...) Se percibía a los judíos como una "contrarraza" diametralmente opuesta a los "arios" alemanes, y se los consideraba intrínsecamente destructivos, parasitarios y agentes de descomposición (Zersetzung).[50]
Todo este antisemitismo tuvo, además, diversas publicaciones como herramientas para llegar al gran público. Destacó entre ellas Der Stürmer, donde se acusaba habitualmente a los judíos de violar a jóvenes alemanas y explotarlas como prostitutas, de raptar a niños y luego asesinarlos ritualmente, y de pretender empozoñar la sangre alemana a través de las relaciones sexuales para destruir la familia y el Volk (pueblo) alemanes.
También entre 1926 y 1928 Hitler se fue interesando cada vez más por la cuestión del territorio, cuya escasez por parte de Alemania se habría de solventar sustentándose en su creencia en el darwinismo social y en su teoría de la historia racial, por lo cual el más débil debía caer en beneficio del más fuerte. Así las cosas,
según su punto de vista, hay tres valores decisivos en lo que al destino de un pueblo se refiere: el valor de la sangre o la raza, el valor de la personalidad y su espíritu guerrero o espíritu de supervivencia. Estos tres valores, encarnados por la "raza aria", corrían, bajo el punto de vista de Hitler, un riesgo mortal por culpa de los tres "vicios" del "marxismo judío": la democracia, el pacifismo y el internacionalismo.[51]
Con todo, sólo una minoría del partido nazi consideraba el antisemitismo como la cuestión principal, siendo un tema menos atractivo a la hora de conseguir seguidores como lo podían ser el anticomunismo, el nacionalismo o el desempleo. Aun así, constituyó un elemento clave en el reclutamiento entre los jóvenes, hasta el punto de convertirse en el trampolín para que los nazis pudiesen llegar a dominar las universidades alemanas ya hacia 1930, y fue relativamente fácil propagarlo entre las clases médicas y profesorales, donde se fomentó la competitividad con los numerosos judíos presentes en ellas.
El movimiento hitleriano fue un fenómeno minúsculo y marginal políticamente hablando hasta la elección del Reichstag en mayo de 1928. Sin embargo, el nazismo se fue extendiendo en las zonas rurales y la clase media urbana ya a finales de la década, justo en plena crisis económica, permitiendo que en las elecciones de septiembre de 1930 el partido se convirtiese en la segunda fuerza política de Alemania. Dos años después, sería la primera. Durante esos años, el mensaje nazi se centró más en la necesidad de un nacionalismo integral antes que en insistir en el antisemitismo, habida cuenta de que Hitler había percibido que no era el elemento más efectivo para captar votos por no ser una preocupación de primer orden entre el electorado.
No obstante, fue empleado con gran efectividad para exacerbar los agravios locales, para satisfacer los afanes anticapitalistas radicales de las bases de las SA y para reforzar las campañas callejeras contra los partidos marxistas.[52]
En este contexto, en 1931 el jefe de las SS Heinrich Himmler y Richard Darré fundaron la «Oficina General de la Raza y la Repoblación» (conocida por sus siglas RuSHA, de Rasse-und Siedlungshauptamt) y en 1932 un grupo de nazis fundó el «Movimiento de la Fe» de los alemanes cristianos, para radicalizar los ideales antisemitas, anticatólicos y antimarxistas en el nacionalismo alemán.
El antisemitismo en Hitler y el nazismo
En este contexto fue en el que surgió el Partido Nacional Socialista Obrero Alemán (NSDAP), el partido nazi, fundado en Múnich en 1919, cuyo programa oficial de 1920 proponía la unión de todos los alemanes dentro de una Gran Alemania y que sólo las personas de sangre o raza alemana pudiesen ser nacionales (ciudadanas del Estado) y directores de medios de comunicación. Explícitamente, además, el NSDAP propugnaba un cristianismo constructivo y luchaba contra el espíritu judeomaterialista en el interior y el exterior del país.[40]
La primera declaración política conocida de su principal líder, el ex cabo del ejército alemán Adolf Hitler, expuesta en una carta del 16 de septiembre de 1919, incidía sobre la cuestión judía partiendo de la base de que la comunidad judía era un grupo estrictamente racial y no religioso. Además,
describe las acciones de dicha colectividad como causantes "de una tuberculosis racial de los pueblos". Desecha los pogromos como una respuesta meramente "emocional" al problema y exige un "antisemitismo racional" que imponga una ley de extranjería a los judíos, con el fin de revocar sus "privilegios especiales". El objetivo final, según le escribe al destinatario de la carta, "debe ser la extirpación [Entfernung] completa de los judíos".[41]
Con sus fundamentos nacionalistas y antisemitas, el partido nazi se fue desarrollando poco a poco sobre la base de una intensa y llamativa actividad casi diaria de sus militantes. Entre 1919 y 1924 su zona de acción se reducía a Baviera, donde captó a una heterogénea masa de alemanes compuesta de antiguos soldados, de anticomunistas y antisemitas y, en general, de desclasados atraídos por la idea de una revolución nacional. Sus ideas antisemitas eran expuestas con frecuencia en diversos discursos pronunciados tanto por Hitler como por otros nazis, como Alfred Rosenberg, Julius Streicher o Hermann Esser, e insistían en la necesidad de tomar medidas contundentes contra los judíos de forma que su influencia sobre la sociedad alemana se eliminase por completo.
En noviembre de 1923, el NSDAP intentó hacerse con el poder para marchar, a continuación, sobre Berlín con el objeto de derrocar a la República de Weimar. El conocido como putsch de Múnich fracasó con la simple intervención de la policía, y Hitler fue detenido.
Sin embargo, el juicio subsiguiente se convirtió en una plataforma publicitaria para Hitler y su partido, y durante los nueve meses que pasó en la cárcel en 1924 tuvo tiempo para escribir su autobiografía política, titulada Mein Kampf, que terminaría por convertirse en la biblia del movimiento nazi y en un texto esencial del antisemitismo, que el autor, según su propia confesión, había aprendido de personajes como el compositor Richard Wagner, Karl Lueger, alcalde de Viena, y el nacionalista extremista Georg von Schönerer.
Wagner, a quien musicalmente admiraba Hitler por encima de cualquier otro músico, había expuesto en numerosas ocasiones auténticas diatribas contra el papel corruptor de los judíos en el arte en general, a quienes consideraba la conciencia maligna de nuestra civilización moderna o el versátil genio corruptor de la humanidad.[42]
De Lueger tomaría la inspiración para utilizar el antisemitismo como un instrumento de movilización de masas, en tanto podía materializar los resentimientos del ciudadano común (el judío como asesino de Cristo, el judío como usurero enriquecido mientras los demás se arruinan...).
Y en cuanto a von Schönerer, Hitler había asumido íntegramente sus postulados radicales
sobre la necesidad de un antisemitismo étnico intransigente -basado en la sangre y la raza-, [y adoptado] su odio hacia la "prensa judía" y la "socialdemocracia dirigida por judíos".[43]
Además de estas influencias, determinadas experiencias personales del propio Hitler relatadas en Mi lucha, le llevaron a convertirse en un antisemita fríamente racional, comprendiendo, además, la naturaleza judaica de la socialdemocracia internacionalista austríaca.[44]
Como consecuencia de lo anterior
Hitler llamó, desde principios de la década de 1920, a una guerra sin cuartel contra "la doctrina judaica del marxismo", que impugnaba "la relevancia de la nacionalidad y la raza", negaba el valor de la personalidad y se oponía a las "leyes eternas de la naturaleza" con sus doctrinas igualitarias.[45]
Hasta 1924, la demagogia global antisemita era el tema principal en casi todos los discursos de Hitler y se dirigía, especialmente, contra los judíos por su supuesto papel como finacieros, capitalistas, responsables del mercado negro y aprovechados. Sin embargo, el impacto de la guerra civil rusa modificó está línea discursiva hacia la identificación de los judíos con el bolchevismo y hacia un explícito antimarxismo (que Hitler igualaba a la lucha contra los judíos).[46]
Así, pues,
hacia 1924 el núcleo central de la visión del mundo de Hitler -la historia como lucha racial y la aniquilación tanto del judaísmo (lo que quiera que eso pudiese significar en términos concretos), como de su más peligrosa manifestación política e ideológica, el marxismo -era una concepción firmemente instaurada en su pensamiento.[47]
También en Mi lucha (1925-1926) habla de lo oportuno que hubiese sido gasear de doce mil a quince mil judíos o hebreos corruptores durante la Primera Guerra Mundial, convencido como estaba, al igual que otros muchos ex soldados, de que Alemania había sufrido en esa guerra la traición de pacifistas y marxistas, todos ellos incitados por los judíos. La fijación de esta culpa haría que a principios de 1939 le expresase al Ministro de Asuntos Exteriores checo su pretensión de destruir a los judíos como castigo por lo que habían hecho el 9 de noviembre de 1918 (fecha de la rendición de Alemania y de la consecuente instauración de la República de Weimar).[48] A través de su identificación del judío con el marxismo y el bolchevismo, también responsabilizaba a los judíos de lo que denominaba genocidio judeobolchevique durante la Revolución rusa.
Haciendo uso de un lenguaje no solo extremo, sino que apuntaba hacia una mentalidad proto genocida,[49] era característico asimismo de los discursos de Hitler, cuando tocaba la cuestión judía, la deshumanización constante a la que sometía a los judíos
por medio de un lenguaje zoológico que los calificaba de raza inferior, de "plaga" de la que había que hacer limpieza o también de gérmenes, bacilos y microbios que atacaban y envenenaban el organismo hasta que se los erradicaba. Se presentaba a la comunidad judía como el equivalente de una peste bubónica medieval, con la salvedad que, en este caso, las metáforas médicas se habían modernizado y evocaban enfermedades mortales como el cáncer o la tuberculosis. (...) Se percibía a los judíos como una "contrarraza" diametralmente opuesta a los "arios" alemanes, y se los consideraba intrínsecamente destructivos, parasitarios y agentes de descomposición (Zersetzung).[50]
Todo este antisemitismo tuvo, además, diversas publicaciones como herramientas para llegar al gran público. Destacó entre ellas Der Stürmer, donde se acusaba habitualmente a los judíos de violar a jóvenes alemanas y explotarlas como prostitutas, de raptar a niños y luego asesinarlos ritualmente, y de pretender empozoñar la sangre alemana a través de las relaciones sexuales para destruir la familia y el Volk (pueblo) alemanes.
También entre 1926 y 1928 Hitler se fue interesando cada vez más por la cuestión del territorio, cuya escasez por parte de Alemania se habría de solventar sustentándose en su creencia en el darwinismo social y en su teoría de la historia racial, por lo cual el más débil debía caer en beneficio del más fuerte. Así las cosas,
según su punto de vista, hay tres valores decisivos en lo que al destino de un pueblo se refiere: el valor de la sangre o la raza, el valor de la personalidad y su espíritu guerrero o espíritu de supervivencia. Estos tres valores, encarnados por la "raza aria", corrían, bajo el punto de vista de Hitler, un riesgo mortal por culpa de los tres "vicios" del "marxismo judío": la democracia, el pacifismo y el internacionalismo.[51]
Con todo, sólo una minoría del partido nazi consideraba el antisemitismo como la cuestión principal, siendo un tema menos atractivo a la hora de conseguir seguidores como lo podían ser el anticomunismo, el nacionalismo o el desempleo. Aun así, constituyó un elemento clave en el reclutamiento entre los jóvenes, hasta el punto de convertirse en el trampolín para que los nazis pudiesen llegar a dominar las universidades alemanas ya hacia 1930, y fue relativamente fácil propagarlo entre las clases médicas y profesorales, donde se fomentó la competitividad con los numerosos judíos presentes en ellas.
El movimiento hitleriano fue un fenómeno minúsculo y marginal políticamente hablando hasta la elección del Reichstag en mayo de 1928. Sin embargo, el nazismo se fue extendiendo en las zonas rurales y la clase media urbana ya a finales de la década, justo en plena crisis económica, permitiendo que en las elecciones de septiembre de 1930 el partido se convirtiese en la segunda fuerza política de Alemania. Dos años después, sería la primera. Durante esos años, el mensaje nazi se centró más en la necesidad de un nacionalismo integral antes que en insistir en el antisemitismo, habida cuenta de que Hitler había percibido que no era el elemento más efectivo para captar votos por no ser una preocupación de primer orden entre el electorado.
No obstante, fue empleado con gran efectividad para exacerbar los agravios locales, para satisfacer los afanes anticapitalistas radicales de las bases de las SA y para reforzar las campañas callejeras contra los partidos marxistas.[52]
En este contexto, en 1931 el jefe de las SS Heinrich Himmler y Richard Darré fundaron la «Oficina General de la Raza y la Repoblación» (conocida por sus siglas RuSHA, de Rasse-und Siedlungshauptamt) y en 1932 un grupo de nazis fundó el «Movimiento de la Fe» de los alemanes cristianos, para radicalizar los ideales antisemitas, anticatólicos y antimarxistas en el nacionalismo alemán.
viernes, 3 de septiembre de 2010
TEOLOGIA DEL EXTERMINIO, El antisemitismo en la sociedad alemana
El antisemitismo en la sociedad alemana
El recrudecimiento en Alemania del sentir antisemita, una constante histórica en Europa desde el origen del cristianismo, se hizo notar ya a finales del siglo XIX. Fue durante ese siglo cuando algunos judíos intentaron resolver la marginalidad a la que les llevaba la observancia de las normas de su religión por medio bien de la asimilación al cristianismo, bien transformándose en una nueva clase de judíos.[28] La consecuencia fue una presencia social entre los no judíos que no pasó inadvertida para muchos de estos, lo que posibilitó la aparición de reacciones antisemitas incluso en medios intelectuales. Así, por ejemplo, en unos artículos de 1879 y 1880, el historiador nacionalista alemán Heinrich von Treitschke llegó a escribir que «los judíos son nuestra desgracia» (Die Juden sind unser Unglück), una frase que sería retomada más adelante como eslogan por parte de los nazis.[29] Y fue también en esos años cuando Wilhem Marr acuñó los términos «antisemita» y «antisemitismo» y se hizo muy conocido con su ensayo La victoria del judaísmo frente al germanismo: desde un punto de vista confesional, en donde insistía en la peculiaridad racial, y no tanto religiosa, de los judíos, además de crear una organización llamada «Liga Antisemita», cuyo ideario era esencialmente antijudío.[30]
Ya en el siglo XX, la culpabilización de los judíos como responsables de la derrota alemana en la Primera Guerra Mundial fue una actitud general entre los soldados que participaron en ella. El 25 de diciembre de 1918, por ejemplo, un grupo de veteranos creó la asociación Stahlhelm («Casco de acero»), de carácter nacionalista y antisemita.
Por su parte, los nacionalistas de derecha, los monárquicos conservadores y las viejas élites, atemorizados por la revolución de Octubre, asociaban el bolchevismo con el judaísmo y creían en la posibilidad de una conspiración judía. En cuanto a las clases medias y bajas, la creencia en que los judíos habían obtenido ganancias económicas a costa de la guerra y las reparaciones posteriores era también frecuentes. En general, existía un cierto malestar por la inmigración de judíos desde el Este (entre 1918 y 1933 la política antisemita del gobierno de Polonia había llevado a 60.000 judíos a emigrar a Alemania) y por la convicción de que el capital estaba en manos de judíos (aun así, en 1925 los judíos constituían apenas el 0'9% de la población alemana, 564.379 personas).[31]
Así las cosas, y teniendo en cuenta que justo tras la guerra ya se había convertido en un éxito de ventas el panfleto antisemita ruso Protocolos de los sabios de Sión,
en 1933, ya había en Alemania más de cuatrocientas asociaciones y entidades antisemitas, así como unas setecientas publicaciones periódicas antijudías [que, en buena parte], retrataban a los judíos no sólo como una amenaza económica y política, sino también como un peligro para las mujeres alemanas y la pureza de la raza. Los medios de opinión más respetables y conservadores deploraban la permisividad de costumbres, la cultura modernista y la actividad política radical de Berlín de los años veinte, que atribuían a la influencia judía y marxista.[32]
También, en 1923 empezó a circular en Núremberg (donde entre 1922 y 1933 se profanaron alrededor de 200 tumbas judías, profanación que fue generalizada en todo el país en 1927) el periódico pronazi y antisemita Der Stürmer («El asaltante»), que retomó la frase «Los judíos son nuestra desgracia» como eslogan. El 4 de julio de 1927, Goebbels publica el número uno del también antisemita Der Angriff («El ataque»), con el objeto de mantener vivo el espíritu del partido nazi los años en que fue ilegal en Berlín. Constituido en órgano oficial del partido nazi, incitaba a la violencia contra los judíos.
En 1929 se creó, por un lado, la «Liga de Médicos Alemanes Nacional-Socialistas», con el objeto de centralizar el interés en la eugenesia, y, por otro, la «Liga para Luchar por la Cultura Alemana», una asociación antisemita y anti-bolchevique dirigida por Alfred Rosenberg que centró sus acciones en la lucha contra el arte degenerado.
Las zonas de mayor antisemitismo (en el siglo XIX, la violencia antijudía era habitual en ellas)[33] y, por tanto, más receptivas a las ideas nazis al respecto fueron Franconia, Hesse, Westfalia y otras partes de Baviera. Allí, los elementos de hostilidad arcaica hacia los judíos, se fusionaron a finales del XIX con las nuevas corrientes ideológicas del nacionalismo völkisch, el antisemitismo racial que fue la base del racismo nazi.
Con todo,
cuando los no judíos se vieron confrontados, ante sus propios ojos, con la brutalidad y el salvajismo nazi contra la minoría judía, o sintieron sus intereses económicos o incluso su medio de vida amenazado por el estrecho boicot sobre los negocios judíos, reaccionaron a menudo de forma negativa, incluso con rabia y repugnancia (aunque pocas veces, al parecer, por compasión humanitaria hacia las víctimas).[34]
Posteriormente, cuando se vieron obligados a evitar el contacto social y económico con ellos, los alemanes desarrollaron, según la interpretación del historiador Ian Kershaw, una «indiferencia fatídica» hacia el destino de los judíos. Así, pues, la política antijudía llevada a cabo en los años previos al comienzo de la guerra contó con una amplia aprobación social por cuanto no afectaba a las experiencias diarias de la gran mayoría de la población.[35] Desde otro punto de vista, los historiadores Otto Dov Kulba y Aaron Rodrigue han preferido calificar de «complicidad pasiva» a la actitud de la ciudadanía alemana ante el trato dado a los judíos por parte del nazismo.
En general, la historiografía distingue entre la actitud durante los años anteriores a la guerra y la actitud durante la misma. Así, en la época previa la sociedad alemana mantuvo una amplia diversidad de puntos de vista sobre los distintos asuntos que la afectaban, fiel reflejo de la pluralidad de influencias de muy diversa índole que la afectaban. En este sentido, hubo variados obstáculos a la penetración ideológica nazi generalizada, sobre todo en asuntos relacionados con las esferas de interés de las iglesias de confesión cristiana y en las preocupaciones económicas del día a día, especialmente las relaciones laborales, respecto de las cuales se produjeron protestas colectivas y acciones de desobediencia civil. Respecto de la cuestión judía, se han señalado cuatro actitudes básicas:[36] violenta y agresiva, sobre todo por parte de los radicales nazis; de aceptación de las normas legales de discriminación y exclusión; crítica, por motivos morales, religiosos, humanistas, éticos, económicos e idológicos, por parte de diversos sectores sociales; y de indiferencia.
Respecto de la Iglesia, aunque
fue prácticamente el único organismo libre del pensamiento nazi en Alemania y conservó tanto una enorme influencia sobre la formación de opinión, como el potencial (...) para formar y fomentar una opinión popular independiente y contraria a la propaganda y la política nazi,[37]
la actitud de sus líderes ante el racismo fue ambivalente, dada la tradición cristiana de antijudaísmo que aún conservaba fuerzas a comienzos del siglo XX, por lo que las declaraciones públicas tajantes contra el antisemitismo fueron excepcionales. Así, en enero de 1933 el obispo de Linz, Gfollner, indicaba en una de sus pastorales que era deber de los católicos el adoptar una «forma moral de antisemitismo».[38]
Pero cuando se fue aproximando la guerra, las actitudes generales se fueron endureciendo, incluso entre el amplio sector de la población que mantenían cierta apatía al respecto. Además, la propia idiosincrasia del nazismo permitió la aparición de denuncias como forma de control social, de modo que vecinos y compañeros de trabajo de los judíos colaboraron activamente para construir un clima de represión y terror.
En conclusión,
el apoyo popular al nacionalsocialismo se basó en normas ideológicas que poco tenían que ver con el antisemitismo y la persecución de los judíos, y que pueden resumirse del modo más adecuado con el sentido de orden social, político y moral personificado por el término Volkesgemeinschaft («comunidad nacional»), garantizado por un Estado fuerte que sofocaría el conflicto para asegurar su fortaleza a través de la unidad. (...) La opinión popular, mayoritariamente indiferente e imbuida de un antisemitismo latente fomentado aún más por la propaganda, proporcionó el clima necesario para que la agresividad creciente de los nazis hacia los judíos pudiera ir avanzando sin que nada la desafiara. Pero no provocó la radicalización. El odio fue lo que construyó el camino hacia Auschwitz, y la indiferencia lo que lo pavimentó.[39]
El recrudecimiento en Alemania del sentir antisemita, una constante histórica en Europa desde el origen del cristianismo, se hizo notar ya a finales del siglo XIX. Fue durante ese siglo cuando algunos judíos intentaron resolver la marginalidad a la que les llevaba la observancia de las normas de su religión por medio bien de la asimilación al cristianismo, bien transformándose en una nueva clase de judíos.[28] La consecuencia fue una presencia social entre los no judíos que no pasó inadvertida para muchos de estos, lo que posibilitó la aparición de reacciones antisemitas incluso en medios intelectuales. Así, por ejemplo, en unos artículos de 1879 y 1880, el historiador nacionalista alemán Heinrich von Treitschke llegó a escribir que «los judíos son nuestra desgracia» (Die Juden sind unser Unglück), una frase que sería retomada más adelante como eslogan por parte de los nazis.[29] Y fue también en esos años cuando Wilhem Marr acuñó los términos «antisemita» y «antisemitismo» y se hizo muy conocido con su ensayo La victoria del judaísmo frente al germanismo: desde un punto de vista confesional, en donde insistía en la peculiaridad racial, y no tanto religiosa, de los judíos, además de crear una organización llamada «Liga Antisemita», cuyo ideario era esencialmente antijudío.[30]
Ya en el siglo XX, la culpabilización de los judíos como responsables de la derrota alemana en la Primera Guerra Mundial fue una actitud general entre los soldados que participaron en ella. El 25 de diciembre de 1918, por ejemplo, un grupo de veteranos creó la asociación Stahlhelm («Casco de acero»), de carácter nacionalista y antisemita.
Por su parte, los nacionalistas de derecha, los monárquicos conservadores y las viejas élites, atemorizados por la revolución de Octubre, asociaban el bolchevismo con el judaísmo y creían en la posibilidad de una conspiración judía. En cuanto a las clases medias y bajas, la creencia en que los judíos habían obtenido ganancias económicas a costa de la guerra y las reparaciones posteriores era también frecuentes. En general, existía un cierto malestar por la inmigración de judíos desde el Este (entre 1918 y 1933 la política antisemita del gobierno de Polonia había llevado a 60.000 judíos a emigrar a Alemania) y por la convicción de que el capital estaba en manos de judíos (aun así, en 1925 los judíos constituían apenas el 0'9% de la población alemana, 564.379 personas).[31]
Así las cosas, y teniendo en cuenta que justo tras la guerra ya se había convertido en un éxito de ventas el panfleto antisemita ruso Protocolos de los sabios de Sión,
en 1933, ya había en Alemania más de cuatrocientas asociaciones y entidades antisemitas, así como unas setecientas publicaciones periódicas antijudías [que, en buena parte], retrataban a los judíos no sólo como una amenaza económica y política, sino también como un peligro para las mujeres alemanas y la pureza de la raza. Los medios de opinión más respetables y conservadores deploraban la permisividad de costumbres, la cultura modernista y la actividad política radical de Berlín de los años veinte, que atribuían a la influencia judía y marxista.[32]
También, en 1923 empezó a circular en Núremberg (donde entre 1922 y 1933 se profanaron alrededor de 200 tumbas judías, profanación que fue generalizada en todo el país en 1927) el periódico pronazi y antisemita Der Stürmer («El asaltante»), que retomó la frase «Los judíos son nuestra desgracia» como eslogan. El 4 de julio de 1927, Goebbels publica el número uno del también antisemita Der Angriff («El ataque»), con el objeto de mantener vivo el espíritu del partido nazi los años en que fue ilegal en Berlín. Constituido en órgano oficial del partido nazi, incitaba a la violencia contra los judíos.
En 1929 se creó, por un lado, la «Liga de Médicos Alemanes Nacional-Socialistas», con el objeto de centralizar el interés en la eugenesia, y, por otro, la «Liga para Luchar por la Cultura Alemana», una asociación antisemita y anti-bolchevique dirigida por Alfred Rosenberg que centró sus acciones en la lucha contra el arte degenerado.
Las zonas de mayor antisemitismo (en el siglo XIX, la violencia antijudía era habitual en ellas)[33] y, por tanto, más receptivas a las ideas nazis al respecto fueron Franconia, Hesse, Westfalia y otras partes de Baviera. Allí, los elementos de hostilidad arcaica hacia los judíos, se fusionaron a finales del XIX con las nuevas corrientes ideológicas del nacionalismo völkisch, el antisemitismo racial que fue la base del racismo nazi.
Con todo,
cuando los no judíos se vieron confrontados, ante sus propios ojos, con la brutalidad y el salvajismo nazi contra la minoría judía, o sintieron sus intereses económicos o incluso su medio de vida amenazado por el estrecho boicot sobre los negocios judíos, reaccionaron a menudo de forma negativa, incluso con rabia y repugnancia (aunque pocas veces, al parecer, por compasión humanitaria hacia las víctimas).[34]
Posteriormente, cuando se vieron obligados a evitar el contacto social y económico con ellos, los alemanes desarrollaron, según la interpretación del historiador Ian Kershaw, una «indiferencia fatídica» hacia el destino de los judíos. Así, pues, la política antijudía llevada a cabo en los años previos al comienzo de la guerra contó con una amplia aprobación social por cuanto no afectaba a las experiencias diarias de la gran mayoría de la población.[35] Desde otro punto de vista, los historiadores Otto Dov Kulba y Aaron Rodrigue han preferido calificar de «complicidad pasiva» a la actitud de la ciudadanía alemana ante el trato dado a los judíos por parte del nazismo.
En general, la historiografía distingue entre la actitud durante los años anteriores a la guerra y la actitud durante la misma. Así, en la época previa la sociedad alemana mantuvo una amplia diversidad de puntos de vista sobre los distintos asuntos que la afectaban, fiel reflejo de la pluralidad de influencias de muy diversa índole que la afectaban. En este sentido, hubo variados obstáculos a la penetración ideológica nazi generalizada, sobre todo en asuntos relacionados con las esferas de interés de las iglesias de confesión cristiana y en las preocupaciones económicas del día a día, especialmente las relaciones laborales, respecto de las cuales se produjeron protestas colectivas y acciones de desobediencia civil. Respecto de la cuestión judía, se han señalado cuatro actitudes básicas:[36] violenta y agresiva, sobre todo por parte de los radicales nazis; de aceptación de las normas legales de discriminación y exclusión; crítica, por motivos morales, religiosos, humanistas, éticos, económicos e idológicos, por parte de diversos sectores sociales; y de indiferencia.
Respecto de la Iglesia, aunque
fue prácticamente el único organismo libre del pensamiento nazi en Alemania y conservó tanto una enorme influencia sobre la formación de opinión, como el potencial (...) para formar y fomentar una opinión popular independiente y contraria a la propaganda y la política nazi,[37]
la actitud de sus líderes ante el racismo fue ambivalente, dada la tradición cristiana de antijudaísmo que aún conservaba fuerzas a comienzos del siglo XX, por lo que las declaraciones públicas tajantes contra el antisemitismo fueron excepcionales. Así, en enero de 1933 el obispo de Linz, Gfollner, indicaba en una de sus pastorales que era deber de los católicos el adoptar una «forma moral de antisemitismo».[38]
Pero cuando se fue aproximando la guerra, las actitudes generales se fueron endureciendo, incluso entre el amplio sector de la población que mantenían cierta apatía al respecto. Además, la propia idiosincrasia del nazismo permitió la aparición de denuncias como forma de control social, de modo que vecinos y compañeros de trabajo de los judíos colaboraron activamente para construir un clima de represión y terror.
En conclusión,
el apoyo popular al nacionalsocialismo se basó en normas ideológicas que poco tenían que ver con el antisemitismo y la persecución de los judíos, y que pueden resumirse del modo más adecuado con el sentido de orden social, político y moral personificado por el término Volkesgemeinschaft («comunidad nacional»), garantizado por un Estado fuerte que sofocaría el conflicto para asegurar su fortaleza a través de la unidad. (...) La opinión popular, mayoritariamente indiferente e imbuida de un antisemitismo latente fomentado aún más por la propaganda, proporcionó el clima necesario para que la agresividad creciente de los nazis hacia los judíos pudiera ir avanzando sin que nada la desafiara. Pero no provocó la radicalización. El odio fue lo que construyó el camino hacia Auschwitz, y la indiferencia lo que lo pavimentó.[39]
jueves, 2 de septiembre de 2010
LA IDEOLOGIO ALEMANA PARA EL HOLOCAUSTO
Para que hubiese un holocausto, tenia que haber un pensamiento que lo insitara a ello,, asi que se expone esta idea, por parte del pueblo Aleman, y que de una u otra forma muchos paises y religiones apoyaron para la exterminacion etnica de un pueblo.
Fundamentos históricos e ideológicos del Holocausto
Tras la Primera Guerra Mundial, el Imperio Alemán (Deutsches Reich) se dotó de una Constitución que lo definía como una República, de ahí el nombre de República de Weimar con el que habitualmente se conoce a Alemania en el periodo que va de 1919 a 1933.[21]
Desde un punto de vista sociológico, la República de Weimar se estableció
sobre el telón de fondo de unos traumas nacionales sin precedentes: en los alemanes pesaban gravemente la derrota inesperada en la Gran Guerra, la abdicación del emperador, la amenaza de la revolución comunista en su propio país, la humillación del Tratado de Versalles y la perspectiva del pago de exorbitantes reparaciones de guerra a los Aliados occidentales.[22]
Hubo también, a partir de la guerra, un generalizado incremento de la violencia en Alemania, hasta el punto de que desde 1918 esta fue una de sus principales características: la violencia de la guerra total fue vista como un presagio de una nueva sociedad, dura y moderna, donde la virilidad y la crueldad serían factores esenciales. Muchos de los miebros de las unidades de Frikorps que habían continuado la lucha tras la Gran Guerra en Polonia y el Báltico, regresaron a Alemania y se integraron en grupos paramilitares como el en formación movimiento nazi, y fueron responsables entre 1919 y 1922 de más de 300 asesinatos políticos. La reacción de la judicatura, sobre todo en los casos en que las víctimas eran claramente izquierdistas, fue benevolente. Este estado de cosas, facilitó que el ciudadano medio viese con indulgencia la escalada de violencia que acompañó al nazismo en su llegada al poder entre 1930 y 1932. Así, cuando se produjeron el ataque nazi de 1933 contra la izquierda y las purgas en su propio movimiento al años siguiente, Hitler, que había admitido su responsabilidad, consiguió la aprobación generalizada y un aumento de popularidad.[23]
A lo anterior hay que añadir un considerable caos económico y político, todo lo cual repercutió en que la derecha nacionalista empezase a perfilarse como enemiga de un régimen al que hacía responsable de la situación, incidiendo especialmente en determinadas consecuencias del tratado, como el reconocimiento por parte de Alemania de su culpabilidad de guerra, la pérdida de territorios, la reducción del ejército y la dependencia de préstamos extranjeros. Una inflación masiva en 1923 y el consecuente colapso monetario, que afectaron duramente a las clases trabajadora y media, redondearon un contexto ideal para el surgimiento de una oposición radical al régimen.
Simultáneamente, ya desde 1918, la económicamente fuerte población judía alemana (poco más de medio millón de personas) fue objeto de atención por una
propaganda intensiva que (...) llevaron a cabo las organizaciones antisemitas völkisch (racistas), que marcaron a los judíos con el estigma de haberse dedicado a acaparar para enriquecerse en tiempo de guerra, a actividades en el mercado negro y a la especulación bursátil, así como con el de ser responsables de la derrota en la Primera Guerra Mundial.[24]
En el contexto del interés global europeo por diversas teorías de raza seudocientíficas, desarrolladas mucho antes de la Primera Guerra Mundial y con el objeto de justificar la exclusión y represión de determinados sectores de la sociedad,[25] estos sentimientos antijudíos se recrudecieron con las crisis económicas y políticas que se desarrollaron entre 1918 y 1923. Por un lado, se empezó a asociar a los judíos con actividades subversivas por el papel desempeñado por diversos socialistas y comunistas judíos (Rosa Luxemburg, Kurt Eisner, Gustav Landauer, Eugen Leviné, Hugo Haase, etc.) en las frustradas revoluciones de 1918-1919. La mayoría de ellos terminarían siendo asesinados por miembros de la derecha nacionalista, incluido Walter Rathenau, el primer judío que había llegado al cargo de ministro de Asuntos Exteriores de Alemania.
Por otro lado, desde 1920 se experimentó una inmigración masiva de judíos polacos en Berlín. Sin trabajo y con dificultades para adaptarse por el idioma, se convirtieron en objetivo para las quejas xenófobas de muchos.
Así, el nuevo nacionalismo adoptó la violencia como un modo de alcanzar la salvación nacional. Desde principios de la década de 1920, una nueva generación de estudiantes universitarios bien preparados de clase media asimiló las ideas völkisch de nacionalismo racista extremo; ideas que, diez o quince años después de terminas sus estudios, cuando llegaron a los puestos más altos de las SS y la Policía de Seguridad, y a los puestos estratégicos del Estado y del partido, pondrían en práctica.[26]
En definitiva, la sociedad de la República de Weimar se fue polarizando, tanto en la clases privilegiadas como en las populares, en dos grandes grupos: por un lado, aquellos que cerraron filas ante los entendidos como los valores tradicionales y auténticos de Alemania, y, por otro, aquellos que amenzaban con su modernidad a estos: el socialismo, el capitalismo y, especialmente, como cabeza de turco de estos dos, los judíos. Y, paulatinamente,
la ideología de la raza fue absorbida por una generación de alemanes cultos que alcanzaron la madurez durante los años posteriores a la Primera Guerra Mundial y que posteriormente llegaron a destacar en el mando de las SS, la policía y el aparato de seguridad, es decir, la fuerza ejecutiva ideológiga del régimen y el motor más importante de la política racial.[27]
Fundamentos históricos e ideológicos del Holocausto
Tras la Primera Guerra Mundial, el Imperio Alemán (Deutsches Reich) se dotó de una Constitución que lo definía como una República, de ahí el nombre de República de Weimar con el que habitualmente se conoce a Alemania en el periodo que va de 1919 a 1933.[21]
Desde un punto de vista sociológico, la República de Weimar se estableció
sobre el telón de fondo de unos traumas nacionales sin precedentes: en los alemanes pesaban gravemente la derrota inesperada en la Gran Guerra, la abdicación del emperador, la amenaza de la revolución comunista en su propio país, la humillación del Tratado de Versalles y la perspectiva del pago de exorbitantes reparaciones de guerra a los Aliados occidentales.[22]
Hubo también, a partir de la guerra, un generalizado incremento de la violencia en Alemania, hasta el punto de que desde 1918 esta fue una de sus principales características: la violencia de la guerra total fue vista como un presagio de una nueva sociedad, dura y moderna, donde la virilidad y la crueldad serían factores esenciales. Muchos de los miebros de las unidades de Frikorps que habían continuado la lucha tras la Gran Guerra en Polonia y el Báltico, regresaron a Alemania y se integraron en grupos paramilitares como el en formación movimiento nazi, y fueron responsables entre 1919 y 1922 de más de 300 asesinatos políticos. La reacción de la judicatura, sobre todo en los casos en que las víctimas eran claramente izquierdistas, fue benevolente. Este estado de cosas, facilitó que el ciudadano medio viese con indulgencia la escalada de violencia que acompañó al nazismo en su llegada al poder entre 1930 y 1932. Así, cuando se produjeron el ataque nazi de 1933 contra la izquierda y las purgas en su propio movimiento al años siguiente, Hitler, que había admitido su responsabilidad, consiguió la aprobación generalizada y un aumento de popularidad.[23]
A lo anterior hay que añadir un considerable caos económico y político, todo lo cual repercutió en que la derecha nacionalista empezase a perfilarse como enemiga de un régimen al que hacía responsable de la situación, incidiendo especialmente en determinadas consecuencias del tratado, como el reconocimiento por parte de Alemania de su culpabilidad de guerra, la pérdida de territorios, la reducción del ejército y la dependencia de préstamos extranjeros. Una inflación masiva en 1923 y el consecuente colapso monetario, que afectaron duramente a las clases trabajadora y media, redondearon un contexto ideal para el surgimiento de una oposición radical al régimen.
Simultáneamente, ya desde 1918, la económicamente fuerte población judía alemana (poco más de medio millón de personas) fue objeto de atención por una
propaganda intensiva que (...) llevaron a cabo las organizaciones antisemitas völkisch (racistas), que marcaron a los judíos con el estigma de haberse dedicado a acaparar para enriquecerse en tiempo de guerra, a actividades en el mercado negro y a la especulación bursátil, así como con el de ser responsables de la derrota en la Primera Guerra Mundial.[24]
En el contexto del interés global europeo por diversas teorías de raza seudocientíficas, desarrolladas mucho antes de la Primera Guerra Mundial y con el objeto de justificar la exclusión y represión de determinados sectores de la sociedad,[25] estos sentimientos antijudíos se recrudecieron con las crisis económicas y políticas que se desarrollaron entre 1918 y 1923. Por un lado, se empezó a asociar a los judíos con actividades subversivas por el papel desempeñado por diversos socialistas y comunistas judíos (Rosa Luxemburg, Kurt Eisner, Gustav Landauer, Eugen Leviné, Hugo Haase, etc.) en las frustradas revoluciones de 1918-1919. La mayoría de ellos terminarían siendo asesinados por miembros de la derecha nacionalista, incluido Walter Rathenau, el primer judío que había llegado al cargo de ministro de Asuntos Exteriores de Alemania.
Por otro lado, desde 1920 se experimentó una inmigración masiva de judíos polacos en Berlín. Sin trabajo y con dificultades para adaptarse por el idioma, se convirtieron en objetivo para las quejas xenófobas de muchos.
Así, el nuevo nacionalismo adoptó la violencia como un modo de alcanzar la salvación nacional. Desde principios de la década de 1920, una nueva generación de estudiantes universitarios bien preparados de clase media asimiló las ideas völkisch de nacionalismo racista extremo; ideas que, diez o quince años después de terminas sus estudios, cuando llegaron a los puestos más altos de las SS y la Policía de Seguridad, y a los puestos estratégicos del Estado y del partido, pondrían en práctica.[26]
En definitiva, la sociedad de la República de Weimar se fue polarizando, tanto en la clases privilegiadas como en las populares, en dos grandes grupos: por un lado, aquellos que cerraron filas ante los entendidos como los valores tradicionales y auténticos de Alemania, y, por otro, aquellos que amenzaban con su modernidad a estos: el socialismo, el capitalismo y, especialmente, como cabeza de turco de estos dos, los judíos. Y, paulatinamente,
la ideología de la raza fue absorbida por una generación de alemanes cultos que alcanzaron la madurez durante los años posteriores a la Primera Guerra Mundial y que posteriormente llegaron a destacar en el mando de las SS, la policía y el aparato de seguridad, es decir, la fuerza ejecutiva ideológiga del régimen y el motor más importante de la política racial.[27]
miércoles, 1 de septiembre de 2010
TEOLOGIA DEL EXTERMINIO.
Las diferentes teologias que han habido con referente al pueblo Judio desde comienzos de la hitoria, siempre ha habido una que ha sido la que se ha utilizado con mas frecuencia, la del exterminio; veremos en el transcurso de variaos dias lo que quiero exponer, pero ahora doy la informacion de la ultima y creo que fue la mas atroz , la de la segunda guerra mundial.
En Historia, se identifica desde finales de la década de 1950 con el nombre de Holocausto[1] a lo que técnicamente también se conoce, siguiendo la propia terminología del Estado nazi, como Solución Final (en alemán, Endlösung) de la cuestión judía, esto es, el intento de aniquilar totalmente a la población judía de Europa.[2]
La decisión fue tomada, con bastante probabilidad, entre finales del verano y principios del otoño de 1941[3] y el programa emergió en su plenitud en la primavera de 1942;[4] su arquitecto y organizador administrativo fue Heinrich Himmler.[5] El resultado fue el asesinato de algo más de seis millones de judíos[6] [7] mediante gas venenoso, balas, horcas, porras, puños, hambre y trabajo extenuante.
La palabra «Holocausto» proviene de la traducción griega de la Biblia hebrea conocida como Versión de los setenta, en la que el término holokaustos (ὁλόκαυστον: de ὁλον, ‘completamente’, y καυστον, ‘quemado’) traduce el hebreo olah, que hace referencia a una ofrenda completamente consumida por el fuego.[8]
También se utiliza para nombrarlo, aunque con menor frecuencia, el término shoah (sho'ah),[9] adaptación de la forma latinizada ha'shoáh, del hebreo השואה, que significa «masacre». El término apareció por primera vez en un folleto publicado en Jerusalén en 1940 por el «Comité Unido de Ayuda a los Judíos en Polonia».[10] La palabra forma parte de la expresión Yom ha-Sho'ah, con la que se nombra en Israel al día oficial de memoria del Holocausto. También se llegó a utilizar a principios de esa década la palabra yidis churb'n, «destrucción».[11]
El uso de la palabra holocausto para referirse al genocidio de aproximadamente seis millones de judíos europeos durante la Segunda Guerra Mundial,[12] se justifica a través de su referencia etimológica a algo quemado, pues tras el uso de la herramienta genocida más característica de la solución final, las cámaras de gas, los cuerpos de los asesinados eran incinerados en hornos crematorios.
La persecución y el asesinato de los judíos no se desarrolló sólo ni en Alemania, ni en los distintos campos de concentración creados a tal fin, sino que se extendió a Rusia, Europa Oriental y la península Balcánica, donde los alemanes y sus colaboradores (austriacos, lituanos, letones, ucranianos, húngaros, rumanos, croatas y otros) llevaron a cabo múltiples matanzas de judíos en fosas, bosques, barrancos y trincheras.[13]
Aunque se discute el grado de elaboración del plan que terminaría por provocar el genocidio, y la responsabilidad última, técnicamente hablando, de Adolf Hitler, el sustento ideológico de ese plan es bien conocido:
una ideología o Weltanschauung (concepción del mundo) milenarista que proclamaba que "el judío" constituía el origen de todos los males, en especial del internacionalismo, el pacifismo, la democracia y el marxismo, y que era el responsable del surgimiento del cristianismo, la Ilustración y la masonería. Se estigmatizaba a los judíos como "un fermento de descomposición", desorden, caos y "degeneración racial", y se los identificaba con la fragmentación interna de la civilización urbana, el ácido disolvente del racionalismo crítico y la relajación moral; se hallaban detrás del "cosmopolitismo desarraigado" del capital internacional y de la amenaza de la revolución mundial. Eran el Weltfeind (el "enemigo mundial") contra el cual el nacionalsocialismo definió su propia y grandiosa utopía racista de un Reich que duraría mil años.[14]
Además de esta ideología, la ejecución del genocidio tuvo como soporte a la sociedad alemana, la más moderna y con más nivel de desarrollo técnico de Europa, y que contaba con una burocracia perfectamente organizada.[15]
El antisemitismo presente, en mayor o menor medida, en Europa Occidental y Estados Unidos, además de los problemas económicos derivados de la Gran Depresión, provocaron también
la desgana de los responsables políticos británicos y estadounidenses a la hora de realizar algún esfuerzo significativo de salvamento de judíos europeos durante el Holocausto.[16]
Junto con los judíos, otros grupos humanos como gitanos, soviéticos (especialmente, los prisioneros de guerra), comunistas, Testigos de Jehová, polacos étnicos, otros pueblos eslavos, los discapacitados, los hombres homosexuales y disidentes políticos y religiosos, fueron también objeto de persecución y asesinato durante el nazismo.[17]
Según el criterio más o menos restringido que se adopte para definir el Holocausto, la cifra de víctimas varía. Algunos historiadores lo circunscriben al genocidio judíos a manos del Tercer Reich (algo más de 6 millones de víctimas).[7] [6] [18] [19] Otros estudiosos consideran que debe aplicarse asimismo a las víctimas polacas y a otros pueblos eslavos y gitanos. Un tercer grupo amplía el término para que abarque igualmente a los homosexuales, los disminuidos físicos y mentales y los Testigos de Jehová, de modo que se estiman en 11 o 12 millones las víctimas del Holocausto, de las cuales más de la mitad eran judíos.[20]
En Historia, se identifica desde finales de la década de 1950 con el nombre de Holocausto[1] a lo que técnicamente también se conoce, siguiendo la propia terminología del Estado nazi, como Solución Final (en alemán, Endlösung) de la cuestión judía, esto es, el intento de aniquilar totalmente a la población judía de Europa.[2]
La decisión fue tomada, con bastante probabilidad, entre finales del verano y principios del otoño de 1941[3] y el programa emergió en su plenitud en la primavera de 1942;[4] su arquitecto y organizador administrativo fue Heinrich Himmler.[5] El resultado fue el asesinato de algo más de seis millones de judíos[6] [7] mediante gas venenoso, balas, horcas, porras, puños, hambre y trabajo extenuante.
La palabra «Holocausto» proviene de la traducción griega de la Biblia hebrea conocida como Versión de los setenta, en la que el término holokaustos (ὁλόκαυστον: de ὁλον, ‘completamente’, y καυστον, ‘quemado’) traduce el hebreo olah, que hace referencia a una ofrenda completamente consumida por el fuego.[8]
También se utiliza para nombrarlo, aunque con menor frecuencia, el término shoah (sho'ah),[9] adaptación de la forma latinizada ha'shoáh, del hebreo השואה, que significa «masacre». El término apareció por primera vez en un folleto publicado en Jerusalén en 1940 por el «Comité Unido de Ayuda a los Judíos en Polonia».[10] La palabra forma parte de la expresión Yom ha-Sho'ah, con la que se nombra en Israel al día oficial de memoria del Holocausto. También se llegó a utilizar a principios de esa década la palabra yidis churb'n, «destrucción».[11]
El uso de la palabra holocausto para referirse al genocidio de aproximadamente seis millones de judíos europeos durante la Segunda Guerra Mundial,[12] se justifica a través de su referencia etimológica a algo quemado, pues tras el uso de la herramienta genocida más característica de la solución final, las cámaras de gas, los cuerpos de los asesinados eran incinerados en hornos crematorios.
La persecución y el asesinato de los judíos no se desarrolló sólo ni en Alemania, ni en los distintos campos de concentración creados a tal fin, sino que se extendió a Rusia, Europa Oriental y la península Balcánica, donde los alemanes y sus colaboradores (austriacos, lituanos, letones, ucranianos, húngaros, rumanos, croatas y otros) llevaron a cabo múltiples matanzas de judíos en fosas, bosques, barrancos y trincheras.[13]
Aunque se discute el grado de elaboración del plan que terminaría por provocar el genocidio, y la responsabilidad última, técnicamente hablando, de Adolf Hitler, el sustento ideológico de ese plan es bien conocido:
una ideología o Weltanschauung (concepción del mundo) milenarista que proclamaba que "el judío" constituía el origen de todos los males, en especial del internacionalismo, el pacifismo, la democracia y el marxismo, y que era el responsable del surgimiento del cristianismo, la Ilustración y la masonería. Se estigmatizaba a los judíos como "un fermento de descomposición", desorden, caos y "degeneración racial", y se los identificaba con la fragmentación interna de la civilización urbana, el ácido disolvente del racionalismo crítico y la relajación moral; se hallaban detrás del "cosmopolitismo desarraigado" del capital internacional y de la amenaza de la revolución mundial. Eran el Weltfeind (el "enemigo mundial") contra el cual el nacionalsocialismo definió su propia y grandiosa utopía racista de un Reich que duraría mil años.[14]
Además de esta ideología, la ejecución del genocidio tuvo como soporte a la sociedad alemana, la más moderna y con más nivel de desarrollo técnico de Europa, y que contaba con una burocracia perfectamente organizada.[15]
El antisemitismo presente, en mayor o menor medida, en Europa Occidental y Estados Unidos, además de los problemas económicos derivados de la Gran Depresión, provocaron también
la desgana de los responsables políticos británicos y estadounidenses a la hora de realizar algún esfuerzo significativo de salvamento de judíos europeos durante el Holocausto.[16]
Junto con los judíos, otros grupos humanos como gitanos, soviéticos (especialmente, los prisioneros de guerra), comunistas, Testigos de Jehová, polacos étnicos, otros pueblos eslavos, los discapacitados, los hombres homosexuales y disidentes políticos y religiosos, fueron también objeto de persecución y asesinato durante el nazismo.[17]
Según el criterio más o menos restringido que se adopte para definir el Holocausto, la cifra de víctimas varía. Algunos historiadores lo circunscriben al genocidio judíos a manos del Tercer Reich (algo más de 6 millones de víctimas).[7] [6] [18] [19] Otros estudiosos consideran que debe aplicarse asimismo a las víctimas polacas y a otros pueblos eslavos y gitanos. Un tercer grupo amplía el término para que abarque igualmente a los homosexuales, los disminuidos físicos y mentales y los Testigos de Jehová, de modo que se estiman en 11 o 12 millones las víctimas del Holocausto, de las cuales más de la mitad eran judíos.[20]
lunes, 30 de agosto de 2010
Los Judios y la segunda venida de Cristo
la segunda venida de Cristo, tambien lo esperan os Judios que se ha entregado o han reconocido a Cristo como su salvador, han reconocido que era y es el Mesias que tanto esperaban, podemos leer en el nuevo testamento lo siguiente.""La Venida del Mesías glorioso, en un momento determinado de la historia se vincula al reconocimiento del Mesías por "todo Israel" (Rm 11, 26; Mt 23, 39) del que "una parte está endurecida" (Rm 11, 25) en "la incredulidad" respecto a Jesús (Rm 11, 20). San Pedro dice a los judíos de Jerusalén después de Pentecostés: "Arrepentíos, pues, y convertíos para que vuestros pecados sean borrados, a fin de que del Señor venga el tiempo de la consolación y envíe al Cristo que os había sido destinado, a Jesús, a quien debe retener el cielo hasta el tiempo de la restauración universal, de que Dios habló por boca de sus profetas" (Hch 3, 19-21). Y San Pablo le hace eco: "si su reprobación ha sido la reconciliación del mundo ¿qué será su readmisión sino una resurrección de entre los muertos?" (Rm 11, 5). La entrada de "la plenitud de los judíos" (Rm 11, 12) en la salvación mesiánica, a continuación de "la plenitud de los gentiles (Rm 11, 25; cf. Lc 21, 24), hará al Pueblo de Dios "llegar a la plenitud de Cristo" (Ef 4, 13) en la cual "Dios será todo en nosotros" (1 Co 15, 28).
Hago notar estos pasajes, pues los primeros cristians, por miles fueron Judios, posteriormente, fueron persegidos y masacrados por todo el mundo, " ... Ni el hades podra contra la iglesia de jesus".
Grasias a los Judios, sobre todo Pedro y Pablo, tenemos conocimiento de que Jesus vendra otra vez.
Hago notar estos pasajes, pues los primeros cristians, por miles fueron Judios, posteriormente, fueron persegidos y masacrados por todo el mundo, " ... Ni el hades podra contra la iglesia de jesus".
Grasias a los Judios, sobre todo Pedro y Pablo, tenemos conocimiento de que Jesus vendra otra vez.
domingo, 29 de agosto de 2010
PERSECUCION DEL JUDAISMO
PERSECUCION DEL JUDAISMO
Durante siglos, el concepto de Judaísmo, se ha tenido que es una religión que aunque cree en un solo Dios, monoteísta, no cree que Jesús, es ese Dios, y se piensa que ellos mismo mataron al Mesías que venía a salvarlos, pero eso no es así, creo que es una mala interpretación, pues ya el mesías, el Cristo haba dicho, que nadie le quitaba nada, sino que El ponía su vida, para sacrificarla por los pecados del mundo y así vez decía que el mismo la tomaría de nuevo, nadie se la quitaba sino que él la ponía hay que luego la tomaba otra vez, como lo hizo al tercer día, de hecho fue muerto en la cruz, porque era necesario ser Crucificado, y asesinado por ellos, pero también era necesario que resucitara, entonces, lo mataron?, si y no, pues murió por tres días, pero venció a la muerte.
Ese concepto nunca se ha explicado y por lo tanto ha habido durante siglos gran repudió hacia los Judíos , tanto ha sido que los han perseguido durante toda la historia, echándole la culpa de la muerte de Jesús, pero y por qué no le echan la culpa también que gracias a esa muerte y posteriormente la resurrección, somos salvo?.
Muchos llamados cristianos a través de los siglos se han olvidado que Jesucristo es aun Judío, y va a venir y a gobernar al mundo, Un Judío va a gobernar a todas las naciones, dice la escritura “ Que todo ojo le vera y toda rodilla se doblara y toda lengua confesara que Jesucristo es el señor”, Rey de reyes y señor de señores, Dios con nosotros.
Aquellos que lo traspasaron, durante más de dos mil años, persiguiendo a su pueblo, lo verán reinar en Jerusalén, no en la Casa Blanca, ni en Roma, ni en Moscú, solo en JERUSALEN, será señor de los Musulmanes, de los Budistas etc., y es solo un Judío.
Durante siglos, el concepto de Judaísmo, se ha tenido que es una religión que aunque cree en un solo Dios, monoteísta, no cree que Jesús, es ese Dios, y se piensa que ellos mismo mataron al Mesías que venía a salvarlos, pero eso no es así, creo que es una mala interpretación, pues ya el mesías, el Cristo haba dicho, que nadie le quitaba nada, sino que El ponía su vida, para sacrificarla por los pecados del mundo y así vez decía que el mismo la tomaría de nuevo, nadie se la quitaba sino que él la ponía hay que luego la tomaba otra vez, como lo hizo al tercer día, de hecho fue muerto en la cruz, porque era necesario ser Crucificado, y asesinado por ellos, pero también era necesario que resucitara, entonces, lo mataron?, si y no, pues murió por tres días, pero venció a la muerte.
Ese concepto nunca se ha explicado y por lo tanto ha habido durante siglos gran repudió hacia los Judíos , tanto ha sido que los han perseguido durante toda la historia, echándole la culpa de la muerte de Jesús, pero y por qué no le echan la culpa también que gracias a esa muerte y posteriormente la resurrección, somos salvo?.
Muchos llamados cristianos a través de los siglos se han olvidado que Jesucristo es aun Judío, y va a venir y a gobernar al mundo, Un Judío va a gobernar a todas las naciones, dice la escritura “ Que todo ojo le vera y toda rodilla se doblara y toda lengua confesara que Jesucristo es el señor”, Rey de reyes y señor de señores, Dios con nosotros.
Aquellos que lo traspasaron, durante más de dos mil años, persiguiendo a su pueblo, lo verán reinar en Jerusalén, no en la Casa Blanca, ni en Roma, ni en Moscú, solo en JERUSALEN, será señor de los Musulmanes, de los Budistas etc., y es solo un Judío.
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