La humanidad entera está bajo la impresión de la devastadora catástrofe que hirió a Japón. Y muchos se preguntan: ¿Adónde va nuestro mundo? Cada vez más, parece que la terrible realidad alcance y sobrepase las películas de catástrofe de Hollywood, muchas de ellas representaciones del fin del mundo o del apocalipsis.
Cuan cerca se aproxima la realidad a la ficción, se ve en las catástrofes que en intervalos cada vez más cortos azotan el planeta Tierra.
Cuan cerca se aproxima la realidad a la ficción, se ve en las catástrofes que en intervalos cada vez más cortos azotan el planeta Tierra.
Indonesia 2004
Nueva Orleans 2005
Un año más tarde, el 29 de agosto de 2005, los diques que separaban a la ciudad de Nueva Orleáns del lago Pontchartrain cedieron ante la furia del huracán Katrina. En poco tiempo alrededor de 85% de la ciudad se halló bajo agua. Más de 140.000 personas tuvieron que abandonar su hogar y 1.836 perdieron la vida.
Haiti 2010
El 12 de enero de 2010 un sismo de magnitud 7,0 conmovió al mundo entero.
Con un epicentro a sólo 15 km de Puerto Príncipe, capital de Haití, los efectos causados sobre este país, el más pobre de América Latina, han sido devastadores. Los cuerpos recuperados al 25 de enero superaban los 150.000.
Los datos definitivos de los afectados fueron dados a conocer por el Primer Ministro Jean-Max Bellerive en el primer aniversario del sismo, el 12 de enero de 2011, conociéndose que en el sismo fallecieron 316.000 personas. 2
Chile 2010
En el mismo año el enorme terremoto de Chile, seguido por un tsunami, dejó pasmada a la humanidad. Tan grande era la fuerza liberada en este momento que la ciudad de Concepción fue movida tres metros hacia el oeste. 3
Irrupciones volcánicas, tormentas huracanadas, incendios y inundaciones ocupan cada vez más los titulares de las noticias. Y ahora en las semanas pasadas vimos en directo una de las catástrofes más grandes de las últimas décadas:
Japón 2011
Japón fue alcanzado por un terremoto y un tsunami. Miles murieron, aldeas enteras desaparecieron de la faz de la tierra. Otra consecuencia de la furia desatada por la naturaleza fueron los problemas con varios reactores nucleares que, si bien parecen por el momento estabilizados, producirán daños para la salud que hasta el momento no se dejan cuantificar.
El mundo entero está mirando con pavor los acontecimientos en ese país asiático
N-TV.de publicó en alemán el 16 de marzo:
Impotencia frente a una dinámica cada vez más rápida de la catástrofe nuclear, insuficiente información a la población y al público en general, compras de pánico también en Tokio, decenas de miles de muertos y caos sin fin después del terremoto y del tsunami: el Apocalipsis se está llevando a cabo en Japón.
El mundo de hoy está impotente y desorientado. El único libro que nos puede orientar y decir cuál es el destino de nuestro viaje es la Biblia. En ella descubrimos el plan de Dios con la humanidad, en ella recibimos la respuesta a las preguntas: ¿de dónde venimos? y ¿adónde vamos?
Cuando los discípulos de Jesucristo le preguntaron acerca del tiempo de Su venida les dio la siguiente respuesta:
“Y oiréis de guerras y rumores de guerras; mirad que no os turbéis, porque es necesario que todo esto acontezca; pero aún no es el fin. Porque se levantará nación contra nación, y reino contra reino; y habrá pestes, y hambres, y terremotos en diferentes lugares. Y todo esto será principio de dolores.” Mateo 24:6-8
El evangelista Lucas nos transmite aun más gráficamente las palabras de Jesús:
“Se levantará nación contra nación, y reino contra reino; y habrá grandes terremotos, y en diferentes lugares hambres y pestilencias; y habrá terror y grandes señales del cielo. Y caerán a filo de espada, y serán llevados cautivos a todas las naciones; y Jerusalén será hollada por los gentiles, hasta que los tiempos de los gentiles se cumplan.” Lucas 21:10, 11, 24
En estos versículos podemos divisar un panorama que se ajusta con el tiempo en que vivimos. Sobre todo el versículo 11 „...habrá grandes terremotos.. .“habla de la situación actual. Sin embargo, la clave para saber si realmente nos hallamos en el tiempo que describe Jesús se halla en el versículo 24. En este versículo El Señor añade un punto importante cuando dice „Jerusalén será hollada por los gentiles, hasta que los tiempos de los gentiles se cumplan.” Para entender el alcance de estas palabras iremos al Antiguo Testamento.
Moisés había advertido al Pueblo que si dejaran al Dios vivo y verdadero, serían dispersados entre todas las naciones. “...a vosotros os esparciré entre las naciones, y desenvainaré espada en pos de vosotros; y vuestra tierra estará asolada, y desiertas vuestras ciudades.” Levítico 26:33
Unos 800 años más tarde el profeta Jeremías recalcó la seria advertencia de Dios: “...los esparciré entre naciones que ni ellos ni sus padres conocieron; y enviaré espada en pos de ellos, hasta que los acabe.” Jeremías 9:16
Seis siglos después, entrando Jesús a la ciudad de Jerusalén lloró sobre ella diciendo: “¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas, y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina junta sus polluelos debajo de las alas, y no quisiste! He aquí vuestra casa os es dejada desierta.“ Mateo 23:37,38
Aquella misma semana, cuando Jesús salió del templo y se iba, se acercaron sus discípulos para mostrarle los edificios del templo. Respondiendo él, les dijo: “¿Veis todo esto? De cierto os digo, que no quedará aquí piedra sobre piedra, que no sea derribada.” Mateo 24:2
Cuatro décadas después, en el año 70 d.C., los romanos sitiaron a Jerusalén, destruyeron la ciudad y su Templo y en los años y siglos que siguieron, aquellos que habían quedado del pueblo judío fueron dispersados entre todas las naciones, tal como lo habían anunciado Jesús y los antiguos profetas.
Pero, aquí no termina la profecía. Los profetas del Antiguo Testamento dijeron más, dijeron que en el tiempo del fin Dios reuniría a Su pueblo en su tierra ancestral, para culminar allí la historia de salvación.
Dios dice: ”...Yo os tomaré de las naciones, y os recogeré de todas las tierras, y os traeré a vuestro país.” Ezequiel 36:24
Después de casi 2000 años ocurrió lo inimaginable: el pueblo judío regresó de entre todas las naciones a su patria. En 1948 apareció nuevamente Israel como Estado soberano en medio del escenario mundial, exactamente como la Palabra de Dios lo había predicho.
El Profeta Oseas ubica la restauración de Israel en el fin de los días:
“Después volverán los hijos de Israel, y buscarán a Jehová su Dios, y a David su rey; y temerán a Jehová y a su bondad en el fin de los días.” Oseas 3:5
Puesto que esto sucedió en nuestros días, podemos concluir con certeza que cuando Jesús habla de su venida y de los acontecimientos que antecederán a su regreso, hablaba de nuestro tiempo. Todas las catástrofes naturales que se precipitan en lapsos cada vez más cortos, son señales que anuncian que esta dispensación está llegando a su fin.
Para nosotros, los creyentes en Cristo, todo esto significa el cumplimiento de la bendita esperanza de que pronto el Señor Jesús volverá. El estar concientes de esta realidad puede cambiar nuestras vidas, puede capacitarnos para separar lo importante de lo trivial, para discernir y marcar prioridades que nos ayudarán a crecer en nuestra vida espiritual. Ciertamente ha de estimular a la Iglesia de Cristo, porque una Iglesia donde esta esperanza está viva, es una Iglesia activa, que redime el tiempo que el Señor nos ha dado como una mina preciosa (comp. Lucas 19:11-27).
Con un epicentro a sólo 15 km de Puerto Príncipe, capital de Haití, los efectos causados sobre este país, el más pobre de América Latina, han sido devastadores. Los cuerpos recuperados al 25 de enero superaban los 150.000.
Los datos definitivos de los afectados fueron dados a conocer por el Primer Ministro Jean-Max Bellerive en el primer aniversario del sismo, el 12 de enero de 2011, conociéndose que en el sismo fallecieron 316.000 personas. 2
Chile 2010
En el mismo año el enorme terremoto de Chile, seguido por un tsunami, dejó pasmada a la humanidad. Tan grande era la fuerza liberada en este momento que la ciudad de Concepción fue movida tres metros hacia el oeste. 3
Irrupciones volcánicas, tormentas huracanadas, incendios y inundaciones ocupan cada vez más los titulares de las noticias. Y ahora en las semanas pasadas vimos en directo una de las catástrofes más grandes de las últimas décadas:
Japón 2011
Japón fue alcanzado por un terremoto y un tsunami. Miles murieron, aldeas enteras desaparecieron de la faz de la tierra. Otra consecuencia de la furia desatada por la naturaleza fueron los problemas con varios reactores nucleares que, si bien parecen por el momento estabilizados, producirán daños para la salud que hasta el momento no se dejan cuantificar.
El mundo entero está mirando con pavor los acontecimientos en ese país asiático
N-TV.de publicó en alemán el 16 de marzo:
Impotencia frente a una dinámica cada vez más rápida de la catástrofe nuclear, insuficiente información a la población y al público en general, compras de pánico también en Tokio, decenas de miles de muertos y caos sin fin después del terremoto y del tsunami: el Apocalipsis se está llevando a cabo en Japón.
El mundo de hoy está impotente y desorientado. El único libro que nos puede orientar y decir cuál es el destino de nuestro viaje es la Biblia. En ella descubrimos el plan de Dios con la humanidad, en ella recibimos la respuesta a las preguntas: ¿de dónde venimos? y ¿adónde vamos?
Cuando los discípulos de Jesucristo le preguntaron acerca del tiempo de Su venida les dio la siguiente respuesta:
“Y oiréis de guerras y rumores de guerras; mirad que no os turbéis, porque es necesario que todo esto acontezca; pero aún no es el fin. Porque se levantará nación contra nación, y reino contra reino; y habrá pestes, y hambres, y terremotos en diferentes lugares. Y todo esto será principio de dolores.” Mateo 24:6-8
El evangelista Lucas nos transmite aun más gráficamente las palabras de Jesús:
“Se levantará nación contra nación, y reino contra reino; y habrá grandes terremotos, y en diferentes lugares hambres y pestilencias; y habrá terror y grandes señales del cielo. Y caerán a filo de espada, y serán llevados cautivos a todas las naciones; y Jerusalén será hollada por los gentiles, hasta que los tiempos de los gentiles se cumplan.” Lucas 21:10, 11, 24
En estos versículos podemos divisar un panorama que se ajusta con el tiempo en que vivimos. Sobre todo el versículo 11 „...habrá grandes terremotos.. .“habla de la situación actual. Sin embargo, la clave para saber si realmente nos hallamos en el tiempo que describe Jesús se halla en el versículo 24. En este versículo El Señor añade un punto importante cuando dice „Jerusalén será hollada por los gentiles, hasta que los tiempos de los gentiles se cumplan.” Para entender el alcance de estas palabras iremos al Antiguo Testamento.
Moisés había advertido al Pueblo que si dejaran al Dios vivo y verdadero, serían dispersados entre todas las naciones. “...a vosotros os esparciré entre las naciones, y desenvainaré espada en pos de vosotros; y vuestra tierra estará asolada, y desiertas vuestras ciudades.” Levítico 26:33
Unos 800 años más tarde el profeta Jeremías recalcó la seria advertencia de Dios: “...los esparciré entre naciones que ni ellos ni sus padres conocieron; y enviaré espada en pos de ellos, hasta que los acabe.” Jeremías 9:16
Seis siglos después, entrando Jesús a la ciudad de Jerusalén lloró sobre ella diciendo: “¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas, y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina junta sus polluelos debajo de las alas, y no quisiste! He aquí vuestra casa os es dejada desierta.“ Mateo 23:37,38
Aquella misma semana, cuando Jesús salió del templo y se iba, se acercaron sus discípulos para mostrarle los edificios del templo. Respondiendo él, les dijo: “¿Veis todo esto? De cierto os digo, que no quedará aquí piedra sobre piedra, que no sea derribada.” Mateo 24:2
Cuatro décadas después, en el año 70 d.C., los romanos sitiaron a Jerusalén, destruyeron la ciudad y su Templo y en los años y siglos que siguieron, aquellos que habían quedado del pueblo judío fueron dispersados entre todas las naciones, tal como lo habían anunciado Jesús y los antiguos profetas.
Dios dice: ”...Yo os tomaré de las naciones, y os recogeré de todas las tierras, y os traeré a vuestro país.” Ezequiel 36:24
Después de casi 2000 años ocurrió lo inimaginable: el pueblo judío regresó de entre todas las naciones a su patria. En 1948 apareció nuevamente Israel como Estado soberano en medio del escenario mundial, exactamente como la Palabra de Dios lo había predicho.
“Después volverán los hijos de Israel, y buscarán a Jehová su Dios, y a David su rey; y temerán a Jehová y a su bondad en el fin de los días.” Oseas 3:5
Puesto que esto sucedió en nuestros días, podemos concluir con certeza que cuando Jesús habla de su venida y de los acontecimientos que antecederán a su regreso, hablaba de nuestro tiempo. Todas las catástrofes naturales que se precipitan en lapsos cada vez más cortos, son señales que anuncian que esta dispensación está llegando a su fin.
Para nosotros, los creyentes en Cristo, todo esto significa el cumplimiento de la bendita esperanza de que pronto el Señor Jesús volverá. El estar concientes de esta realidad puede cambiar nuestras vidas, puede capacitarnos para separar lo importante de lo trivial, para discernir y marcar prioridades que nos ayudarán a crecer en nuestra vida espiritual. Ciertamente ha de estimular a la Iglesia de Cristo, porque una Iglesia donde esta esperanza está viva, es una Iglesia activa, que redime el tiempo que el Señor nos ha dado como una mina preciosa (comp. Lucas 19:11-27).
“Tenemos también la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones;”
2 Pedro 1:19
2 Pedro 1:19
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